A partir de los años 80 empieza un lento cambio en el trato que la izquierda española daba a la homosexualidad. Sin duda la labor de activistas como Armand de Fluvià, Jordi Petit, Empar Pineda o Germà Pedra provocó un cambio de actitud en las fuerzas progresistas. España era una sociedad mayoritariamente homófoba y defender los derechos LGTB podía hacer perder apoyos.
En 1935 Félix Martí Ibáñez, médico y militante de la CNT, declaraba en la Revista
Estudios: “Mediante una educación sexual adecuada para las nuevas
generaciones se llegará a eliminar (…) la desviación
homosexual, logrando que cada hombre no tenga en su
pensamiento más imagen amorosa que la de una dulce
y abnegada mujer.” Declaraciones parecidas las podíamos encontrar de mano de Carmen de Burgo o Rafael Cansinos (PSOE). Con la transición las cosas no cambiaron mucho.
Si la izquierda moderada pensaba en la necesidad de consensos sociales, la izquierda mas radical y supuestamente transformadora las cosas no iban mejor. Eladio Castro (PTE) llamaba a los homosexuales degenerados y se declaraba partidario de su condena. Para Manuel Guedán (ORT) era antinatural, una alteración de la sexualidad. Diego Fábregas (OICE) se oponía a defender sus derechos "En esto soy reaccionario". Federica Montseny (CNT) en 1977 decía: "los considero equivocaciones de la naturaleza...La homosexualidad es un símbolo de debilidad, de decadencia social". Aunque abominaban del estalinismo seguían claramente influenciados por él, asociando homosexualidad a degeneración burguesa o a vicio decadente, la homosexualidad no tenía sitio dentro de la utopía socialista revolucionaria. Ya Durriti, en el frente de Aragón, había mandado limpiar el frente para erradicar la epidemia homosexual.
Enrique Tierno Galván creó el concepto "consenso generalizado" que llevó al socialismo español a defender aquello que era mayoritariamente aceptado, y así se tardó en reconocer los derechos de la población LGTB, al igual que los de la mujer o cuestionar el papel de la Iglesia Católica en la sociedad española. El propio Tierno Galván pedía poner límites a las libertades de las personas homosexuales y al igual que en la Rusia actual pedía que se prohibiera cualquier tipo de publicidad. En enero de 1977
declaró a Interviú lo siguiente: “No creo que se les deba
castigar. Pero no soy partidario de conceder libertad ni
de hacer propaganda del homosexualismo. Hay que poner
límites a este tipo de desviaciones”.
Pablo Castellanos fue de las pocas voces que clamó contra el "consenso generalizado", solicitando un enfoque mas social y transformador por parte del socialismo español, pero consideraba que las reivindicaciones homosexuales no debían ser una prioridad. Uno de los pocos políticos que defendieron públicamente los derechos LGTB fue José María Mendiluce (LCR) aun así tardó varios años en salir del armario.
Fue en Catalunya y al inicio de los 80 cuando aparecen públicamente en las listas de los partidos de izquierdas conocidos activistas defensores de los derechos homosexuales, figurando incluso en los carteles electorales. Esta presencia ha motivado el que muchos políticos catalanes hayan visualizado su homosexualidad con relativa normalidad.
Cartel del PSUC con Jordi Petit. |
El cine no fue ajeno a esta realidad. Eloy de la Iglesia mostró en el "El Diputado" la dura realidad a la que debía enfrentarse un político que salía del armario. Otro film, lleno de tópicos y estereotipos, la Muerte de Mikel intenta señalar la intolerancia de la izquierda abertzale frente a un militante al que identifican como homosexual.
Mas información:
De Sodoma a Chueca.
Invertidos y rompepatria. C,Piro: