El Sha Abás I el grande (1.571- 1.629) fue el mas celebre y poderoso monarca de la dinastía safávida. Para obtener el trono de Persia se rebeló contra su propio padre al que posteriormente asesinó. Su imperio se amplió con las conquitas de tierras uzbecas o el actual Iraq, no dudó en asesinar a mas de 50.000 georgianos. Aliado de occidente abrió el comercio de su país con Inglaterra o Francia. Cuando murió su reino se extendía del Indo al Tigris.
Esta dureza con los paises vecinos, y su forma tiránica de gobernar, contrasta con la tolerancia religiosa de este monarca persa o de sus constumbres "relajadas". Era fácil verle representado junto a jovenes ricamente vestidos e incluso intimar con ellos con absoluta normalidad.
El Sah Abás el Grande en un banquete, detalle de un fresco de techo, palacio de Chehel Sotoun, |
Riza i-Abbasi, Metropolitan Nueva York |
Existen otras miniaturas en las que podemos observar esta predilección del Sha Abás I por los jóvenes pajes, con los que comparte amorosamente una copa de vino.
Las representaciones de los soberanos, durante la disnatía de los safawíes, se hizo enormemente realista tanto en los rostros como en las vestimentas. En este caso el Sha aparece con sus bigotes colgando, su cabeza rapada y con un sombrero de amplios bordes a la moda del siglo XVII
Mas datos:
http://www.isfahan.org.uk/glossary/abbas/abbas1.html
Y no podemos olvidar la herencia árabe dejada en España:
ResponEliminaEspada su nombre, espadas sus ojos.
Desenvainadas las tres me matarían.
¿No le basta con una?
Pero incluso me golpea la vaina, sus parpados.
Cuando le cautivé, sus ojos me cautivaron;
amos y cautivos los dos a la vez.
¡Oh, espada, trata a tu cautivo de amor con compasión!
No te pido libertad como galardón.
Al-Mu'tamid (1046-1095)
Elogio de un Ben Hazm
Cara gentil/ y áureo vino mi afán
son, y tras él/para mi nada hay más.
Para beber/nos juntamos ayer
ese doncel/de ojos bellos y yo,
Vez y otra vez/en la boca le di
besos. ¡Qué buen/azuqitar, por Dios!
Antes de estar/ebrio me emborraché.
Sueño le entró/tras cantar y beber.
Se me tumbó:/¡Que se tumbe por Dios!
¡Qué perro soy!/¿Contaré que pasó?
Quiero decir…/¡Más decente es callar!
Cosas aún hay/que es mejor no mentar.
Cuando por fin/la embriaguez su magín
libre dejó/le traté de explicar:
“Gana, infeliz,/ un amigo en mayor.
“El bozo ya /te ha empezado a apuntar.
“Coco el tisú/va muy pronto a tocar.”
Mío es no más/mi alusivo decir.
A los demás/repudrirse verás,
porque, a mi ver,/la menor distinción
entre mi hablar/y el aljófar no hay,
y es, sin rimar/o rimado, el mejor.
Gusta de oír/mis palabras Ben Hazm,
cuya ilusión/es que acudas a él.
De su merced/nace tanto loar:
vence el audaz/quien se achica perdió,
y al que me da/mi alabanza le doy.
Para el señor/(y es sus obras señor)
tiene el caudal/sólo nombre de tal.
Pues consiguió 7ser en todo cabal,
tiene de estar/engreído razón
Nada de dar, /pediría perdón.
En guerra estoy/persiguiendo al mizcal.
Cuando de mí/váse, me hallo muy mal.
Por eso no/contradigo el cantar:
“Viéndote a ti/bien me sabe el MANCHAR;
más si te vas,/¡qué paciencia cabrá?”
Ben Quzmán (1086-1160)
http://bajoelsignodelibra.blogspot.com/2007/08/perfume-andalus.html