El director de films como "Teorema", "Decamerón", "Saló", moría asesinado por un simple chapero. Pero hasta este momento, este intelectual polifacético nos regalaría su vitalidad y su visión de un mundo excesivo, de fuerte carácter pero de formas suaves y firmes convicciones se enfrentará tanto a la al catolicismo como al marxismo oficialista, (aún siendo él mismo un convencido cristiano y militante de izquierdas).
David
Apoyado en el pozo, pobre joven,
vuelves hacia mí tu cabeza gentil,
con una risa grave en los ojos
Tú eres, David, como un toro en un día de abril,
que de la mano de un muchacho que ríe
va dulce a la muerte.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Danza de Narciso II
Yo soy una violeta y un aliso,
lo oscuro y lo pálido en la carne.
Espío con mi ojo alegre
el aliso de mi pecho amargo
y de mis rizos que brillan negligentes
en el sol de la orilla.
Yo soy una violeta y un aliso,
el negro y el rosa en la carne.
Y miro la violeta que resplandece
grave y tierna en el claro
de mi cara de terciopelo
bajo la sombra de una morera.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo seco y lo mórbido en la carne.
La violeta retuerce su luz
sobre los flancos duros del aliso,
y se reflejan en el humo azul
del agua de mi corazón avaro.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo frío y lo tibio en la carne.
De "La mejor juventud" 1941-1953
Al muchacho CodignolaYo soy una violeta y un aliso,
lo oscuro y lo pálido en la carne.
Espío con mi ojo alegre
el aliso de mi pecho amargo
y de mis rizos que brillan negligentes
en el sol de la orilla.
Yo soy una violeta y un aliso,
el negro y el rosa en la carne.
Y miro la violeta que resplandece
grave y tierna en el claro
de mi cara de terciopelo
bajo la sombra de una morera.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo seco y lo mórbido en la carne.
La violeta retuerce su luz
sobre los flancos duros del aliso,
y se reflejan en el humo azul
del agua de mi corazón avaro.
Yo soy una violeta y un aliso,
lo frío y lo tibio en la carne.
De "La mejor juventud" 1941-1953
pero no esperes nada de este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de aquellos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse, balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos décadas, toda una vida,
y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,
aridecida de llanto y deseo de estar solos,
revela su irremediable diferencia.
Y, además, tendré que hacer de poeta
padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,
que te incomodará: al ser el de cuarenta
más alegre y joven que el de diecisiete,
él, ya dueño de la vida.
Más allá de esta apariencia, de este aspecto,
no tengo nada que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
me lo guardo apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,
bajo la boca torcida a furia de sonrisas
de timidez, y los ojos que han perdido
su dulzura, como un higo agrio,
te parecerían el retrato
precisamente de esa madurez que te hace daño,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo, simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto
es árida piedad."
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