La pederastia formó parte de la historia de la ciudad de Tebas, ésta iba incluida en la propia mitología de su fundación. Ya hemos tratado la figura del general Epaminondas o del Batallón Sagrado. En la historia de Layo y Crísipo vemos los límites de este concepto: el secuestro o el tener sexo con niños no formaba parte de lo que admitía la sociedad tebana como tampoco en la griega.
Layo tuvo que exiliarse de Tebas y refugiarse en el reino de Pisa, donde su rey Pélope le confió la educación de su hijo ilegítimo Crisipo "Caballo dorado", por el que sentía una especial devoción. Cuando lo vio se enamoró de él y no pudo reprimirse. Durante los juegos Nemeos lo secuestró y después lo violó. La maldición alcanzó a ambos....
La desgracia llevó al pobre Crisipo a la muerte. Unas versiones cuentan que horrorizado tras ser violado, se suicidó. Otras versiones creen que fue victima de los celos de sus propios hermanastros y que incluso su propia madrastra Hipodamía pudo participar en ella.
Layo fue maldecido él y su descendencia. Consultado el oráculo, este le dijo: «Tu hijo matará a su padre y se acostará con su madre» Aterrorizado abandonó a su hijo recién nacido, con la esperanza de que muriera.... Años más tarde, Layo, que conducía un carro, se cruzó con su hijo, Edipo; el conductor le exigió de mala manera a Edipo que se quitara de en medio, a lo que éste se negó. En la pelea, Layo salió del carruaje y su hijo le dio muerte.
Los griegos no representaban el cruel crimen de Layo como un acto contra un adolescente, lo fue contra un niño. Era para señalar claramente los límites que ellos toleraban o formaba parte de su cultura Los griegos y en especial los tebanos defendían la pederastia y a la par sentían un profundo desprecio hacia quienes perseguían a los menores de edad. Ni se podía ser cruel con ellos, ni forzarlos a tener sexo, ni se permitían si existía una gran diferencia de edad o el menor tenia menos de 16 o 15 años.
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