La autobiografía de Antonio Pérez nos narra la vida
de una persona que se sintió hombre, usó siempre nombres masculinos e incluso
el rey, Felipe IV, y el Papa, Urbano VII, le autorizaron a usar el título de
monja alférez y vestir como hombre. A pesar de ello los historiadores aun utilizan
el nombre con el que le bautizaron.
Cuando nació en 1592
le asignaron el nombre de Catalina de Erauso. A muy corta edad fue
internado en un convento, allí su carácter pendenciero le creo graves
problemas. A los 15 años escapó disfrazado de mozo tras haber intentado seducir
a varias novicias.
Su aspecto no era nada femenino, de hecho siempre adoptó nombres masculinos (Pedro, Francisco y especialmente Antonio) y llevó una vida acorde a ello. Entro al servicio en varias haciendas, donde siempre acababa intentando conquistar a las doncellas o acababa peleándose con todos los mozos.
Al final marchó a
América, recorrió el continente desde Cartagena de Indias hasta Chile, viéndose
envuelto en multitud de reyertas. Ingresó como soldado en el ejército y
participó en la Guerra del Arauco, en 1623. Alcanzó fama y prestigio por
su valor y valentía. Le llegaron a nombrar alférez.
Tuvo que huir en varias ocasiones antes de que se descubriera, en una
ocasión antes de casarse. Finalmente regresó a España donde Felipe IV le
recibió y le otorgó el título de monja alférez. También visitó al Papa
Urbano VIII quien le dio permiso de seguir vistiendo como hombre: “El Papa concedió a doña Catalina, entre
otras muchas mercedes, la de permitirle usar el traje de hombre, y como no le
faltó quien motejase de indecente aquella concesión, el Pontífice dijo con
satisfacción: -Dadme otra monja alférez, y le concederé lo
mismo.”(1)
De su visita a
Italia nos ha llegado una anécdota, que está en sus propias memorias: (1)"Paseando por el puerto de Nápoles,
unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella,
diciéndole: "Signora Catalina, dove si cammina?" A lo que ella
respondió: "A darles a ustedes unos
pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a
defenderlas."
Gracias a sus memorias tenemos uno de los mejores casos documentados de transexualidad masculina. Se le describe como "una mujer" bastante varonil, Antonio de Erauso utilizaba un lenguaje masculino, con voz ronca y grave (parecida a la de varón), con sus tonos varoniles y concisos. Además hablaba solamente en femenino en casos desesperados, momentos de suprema angustia, cuando tenía miedo y esperaba angustiosamente la muerte en el infierno. Normalmente se señala como “el” alférez Catalina de Erauso.
Era de gran estatura y no muy agraciado físicamente, carecía de los caracteres sexuales femeninos típicos. Algunos autores afirman la desaparición de sus pechos desde muy joven debido a muchos remedios para secarlos y dejarlos llanos, parecidos a los de un hombre.
Tras escribir o dictar sus memorias en España regresó a México con el nombre de Antonio de Erauso. Allí como hombre libre se dedicó a sus negocios del transporte, muriendo en 1650 en Quitlaxtla (México). Su autobiografía tardó casi doscientos años en publicarse y desde aquel momento se vendió la idea de una mujer pendenciera y solo en algunos pocos casos señalándose la posibilidad de que se tratara de una mujer lesbiana y jamás como una persona transexual.
Gracias a sus memorias tenemos uno de los mejores casos documentados de transexualidad masculina. Se le describe como "una mujer" bastante varonil, Antonio de Erauso utilizaba un lenguaje masculino, con voz ronca y grave (parecida a la de varón), con sus tonos varoniles y concisos. Además hablaba solamente en femenino en casos desesperados, momentos de suprema angustia, cuando tenía miedo y esperaba angustiosamente la muerte en el infierno. Normalmente se señala como “el” alférez Catalina de Erauso.
Era de gran estatura y no muy agraciado físicamente, carecía de los caracteres sexuales femeninos típicos. Algunos autores afirman la desaparición de sus pechos desde muy joven debido a muchos remedios para secarlos y dejarlos llanos, parecidos a los de un hombre.
Tras escribir o dictar sus memorias en España regresó a México con el nombre de Antonio de Erauso. Allí como hombre libre se dedicó a sus negocios del transporte, muriendo en 1650 en Quitlaxtla (México). Su autobiografía tardó casi doscientos años en publicarse y desde aquel momento se vendió la idea de una mujer pendenciera y solo en algunos pocos casos señalándose la posibilidad de que se tratara de una mujer lesbiana y jamás como una persona transexual.
(1) Catalina de
Erauso, “La monja alférez”.
Bibliografía:
Historia de la monja alférez, autobiografía:
El ser diferente a lo establecido nunca ha sido fácil y en algunas épocas imposible.
ResponElimina