"El alma de los maricas está deshecha y no consiente ninguna idea
entera. Se debe pensar para no acabarse de fiar de ellos que han cometido la
mayor bajeza, y que, por lo tanto, ya no les queda que respetar nada si no es
aparentemente." Ramón Gómez de la Serna.
Normalmente señalamos a las religiones como responsables de
la creación de un discurso homofóbico y de la consecuente persecución de la
homosexualidad. Pero si acudimos a los textos originarios, el Corán o la
Biblia, nos encontramos con una evidente ambigüedad que las traducciones
interesadas han transformado en textos intolerantes. La homofobia es humana, no
es natural y para su traslado a las leyes siempre ha sido necesaria una
decisión política, influenciada o interesada.
Así hemos visto que políticos de todos los colores
(monárquicos, teocráticos, comunistas, fascistas e incluso democráticos) han
apoyado o aprobado medidas que limitan la libertad de las personas LGTB o han
decidido su persecución. A todos ellos les debemos la creación de la injuria homofóbica, es
decir el uso de la homosexualidad para desacreditar enemigos o rivales
molestos. Si los religiosos han dicho que la homosexualidad no es natural y los
investigadores la han negado o transformado segun las reglas de la
heteronormalidad, los políticos e ideólogos han visto en la injuria homofóbica
una herramienta para atacar a los enemigos y perpetuarse en el poder. De Cicerón
a Putin la podemos encontrar en todas las épocas.
Si el outing es el acto por el que se saca del armario a una
personalidad pública, la injuria homofóbica es el uso de una supuesta
homosexualidad para desacreditarla y además presentar las relaciones
homosexuales como algo perverso, negativo o incluso delictivo: son malos porque son homosexuales. Las líneas que
separan ambos conceptos en muchas ocasiones son muy estrechas.
La injuria se mueve como pez en el agua en régimenes
policiales. La policía o los propagandistas políticos y religiosos son quienes
mas lo han utilizado, también muchos intelectuales falsamente progresistas se
han sumado a este tipo de campañas. El injuriador primero crea un clima de
condena contra la homosexualidad, después señala. Crea el estigma y después
marca al culpable. La persona injuriada ya queda estigmatizada, lo
desmienta o lo verifique, el daño ya está hecho.
Su objetivo es el escarnio público y lógicamente solo
funciona en un estado de opinión que condene la diversidad sexual. En la Edad
de Oro castellana ya se vivió este tipo de práctica. El retrógrado Francisco de
Quevedo condenó y ridiculizó la sodomía en muchos de sus poemas (Guárdate del varón que aquí reposa,//que
tras un rabo, bujarrón profundo,//si le dejan, vendrá del otro mundo! ...Pero
si honrar pretendes su memoria,//di que goze de mierda, y no de gloria;//y pues
tanta lisonja se le hace,//di: «Requiescat in culo, mas no in pace.» ) y
acusó a su mayor enemigo Góngora de sodomita en muchas ocasiones (éste es el culo, en Góngora y en culto,//que
un bujarrón le conociera apenas.).
En la Antigüedad vimos como Julio César
fue ridiculizado por una supuesta relación con el rey Nicomedes en la que fue
somizado, Ciceron fue uno de los que mas utilizó este recurso contra su gran enemigo.
Jaume II culpó a la sodomía de las malas cosechas para
justificar la incautación de sus bienes, antes lo hizo Felipe IV de Francia
contra los templarios. Felipe Augusto no dudó en acusar de sodomía a los cátaros
para organizar una cruzada contra ellos, el objetivo real era acabar con el
poder catalano-aragonés en Occitania.
Los procesos mas célebres contra sodomitas tenían un
trasfondo político evidente. Antonio Pérez, secretario de Felipe II huye a
Aragón lejos de las leyes de Castilla, para poderle desacreditar y condenar se utiliza la
Inquisición y nada tan eficaz como una acusación de sodomía (http://leopoldest.blogspot.com.es/2012/10/un-pimpollo-en-la-corte-de-felipe-ii.html )
Pedro Luís Galcerán de Borja, nieto de Alejandro VI fue un noble valenciano que
quiso hacer fortuna en la corte castellana, donde era visto como extranjero,
una oportuna acusación de sodomía acabó con su carrera.
Pero es el siglo XX el Siglo de Oro de la injuria homófoba y
especialmente durante la posguerra o la Guerra Fría. El caldo de cultivo ya
crece durante los años 20, en España la visibilidad cada vez mayor lleva a
sectores de derecha e izquierda a aumentar su discurso homofóbico. Para la
derecha la homosexualidad es "un
vicio de enfermos y anormales que contrarían en sus impulsos antifisiológicos y
anómalos las leyes naturales". Para "pensadores" de
izquierdas como Carmen del Burgo o Rafael Cansinos es un vicio decadente propio
de aristócratas o del clero. El propio Cansinos se dedicaba a "sacar del
armario" a conocidos intelectuales de la época, no con el ánimo de
visualizar la homosexualidad sino para desacreditarlos. Aquí la injuria homofóbica
se une a otra buena costumbre castellana, el todismo, si alguien hace algo
incorrecto todo el colectivo es responsable.
Juan Ramón Jiménez fue víctima de estas injurias, su
respuesta fue negarlo utilizando un argumentario claramente homófobo en su
artículo "el animaricón":
Los maricones y las marimachos nunca dicen la verdad, lo que es lójico, ya que
su reino propio es una mentira de la naturaleza.
Pio Baroja, otra víctima de Cansinos, comparaba la homosexualidad con las hemorroides: " el Corydon de Gide. Este libro parece, por lo poco que he leído de él, la apología del homosexualismo. ¿Para qué esa apología y esa pedagogía? No se ve para qué. Lo mismo creo que podría hacer la apología del herpetismo o de las hemorroides." Posiblemente podríamos decir que la respuesta a la injuria homofóbica desvela una posible homofibia interiorizada.
Pio Baroja, otra víctima de Cansinos, comparaba la homosexualidad con las hemorroides: " el Corydon de Gide. Este libro parece, por lo poco que he leído de él, la apología del homosexualismo. ¿Para qué esa apología y esa pedagogía? No se ve para qué. Lo mismo creo que podría hacer la apología del herpetismo o de las hemorroides." Posiblemente podríamos decir que la respuesta a la injuria homofóbica desvela una posible homofibia interiorizada.
A diferencia de la República Federal Alemana, la Alemania
Comunista (democrática) despenalizó la homosexualidad suprimiendo el
tristemente célebre párrafo 175. Pero la STASI vigiló estrechamente a las
asociaciones que intentaban crearse con la finalidad de utilizar esta
información para desacreditar públicamente a cualquier posible desidente, el
simple hecho de estar en contacto podía significar que en algún momento
apareciera el descrédito público. Algo parecido utilizó Edgar Hoover desde el
FBI quien no solo buscaba esta información para chantajear a personajes
públicos, sino que además creo la idea de que la población gay estaba al
servicio de Hitler, primero, y Stalin después. La prensa se sumó a
crear un estado de opinión radicalmente homófobo, se hablaba de los
"peligrosos pervertidos" o del "terror rosa". Washington Post fue
uno de los periódicos que se dedicaron a difamar y a crear un estado
de opinión obsesionado contra el peligro gay.
En España se vendió la idea de que todos los enemigos de la
patria eran homosexuales. Azaña fue un sodomita perverso que vivió en pecado
con su propio secretario, masonería, comunismo y homosexualismo estaban unidos
para acabar con las esencias patrias. Para los republicanos José Antonio era un maricón famoso. Mauricio Carlavilla, responsable de la
formación de la temible policía social decía que "La
sodomía tiene una función comunista a través de los siglos» pues ambas
«aberraciones, aun siendo de distinto tipo son contrarias a la familia, a la
propiedad privada y al orden tradicional."
Desde la izquierda socialista española Rafael Cansinos fue
uno de los "literatos" que mas utilizó la injuria homofóbica, la usó para
atacar a sus competidores artísticos y desacreditar al modernismo. Aprovechaba
cualquier anecdota negativa relacionada con una persona homosexual para señalar
que todos los homosexuales eran así (todismo):
"Cansinos se limita a representar a los
decadentes como individuos, endeble, débiles y fatuos. Parece gozar al revelar,
tras el "perverso" amaneramiento linguístico de los modernistas, otra
perversón moral o biológica, que descalifica su arte (su homosexualidad)."
Alberto Mira
El propio colectivo LGTB ha veces ha utilizado este recurso
para desacreditar a políticos homófobos, mas allá de un intento de outing, yo
en muchas ocasiones observo una cierta homofobia, señalar que Putin, Rajoy o
Merkel son homosexuales para simplemente descreditarles puede ser epatante y
también puede guardar una cierta dosis de homofobia: “son malos y además
homosexuales”.
Bibliografía:
El látigo y la pluma.
De Sodoma a Chueca.
Mas:
Testimonios sobre la
injuria homofóbica:
Felicidades, una vez más, por tu atinado artículo. Conciso y preciso: ejemplo de que la homofobia no tiene un único origen, por lo no es fácil erradicarla. Sigamos en ello.
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