Durante la Primera Guerra Mundial, Barcelona se transformó en el destino turístico de muchos europeos que acudían a una ciudad en paz y con una espectacular oferta de ocio.
Hasta estas fechas, la cocaína la vendían en las farmacias como remedio, especialmente por sus capacidades anestésicas. Se podía adquirir sin receta. El precio era muy barato. Con la llegada masiva de turistas "fiesteros" y el aumento de la oferta de ocio, la demanda se disparó. Pronto entró por el puerto procedente de Marsella, ésta ya iba directamente al mundo del espectáculo. Pronto el consumo se asoció a la fiesta y no a la medicina.
Hasta entonces la absenta y el opio fueron las substancias predilectas. El bajo precio de la cocaína y las dificultades para encontrar el opio, muy perseguido por la policía, hizo que esta droga triunfara rápidamente.
Fue una droga transversal desde su inicio, desde los señores del Liceo los travestidos de la Criolla, pasando por autores y actores, casi todos la consumían. La "mandanga" (nombre que recibía popularmente la cocaína) se repartía por los diferentes lugares de la ciudad, especialmente el Raval, incluida la Rambla y el Paral·lel. El reparto lo realizaban los que "hacían la calle" por el Arco del Teatro, las floristas de las Ramblas, las vendedoras de tabaco o los trabajadores de los hoteles.
El aumento de consumo y demandantes llevó a la adulteración con productos no muy fiables y al aumento de precio. Pronto los médicos alarmaron de los problemas que estaban surgiendo, cada vez más graves. Con los años 30 llegó la prohibición, algunas detenciones de cara a la opinión pública, pero poco más. El precio aumentó mucho, pero el consumo no se detuvo. Todavía hoy se pueden ver en la zona las antiguas farmacias, con un pasado de riqueza. No sólo la cocaína, también recetas mágicas contra las ITS (muchas creaban más problemas que la propia enfermedad) o la venta de "gomas de caucho" contribuyeron a este gran progreso. Hoy algunas son tiendas de todo a euro.
Aunque la prohibición llegó en 1918, las farmacias la siguieron vendiendo a escondidas. Xavier Theros en EL PAIS cita la farmácia del "Zammarreta", donde el boticario la venía a puñados. Hasta la Guerra Civil la cocaína se fue transformando en la droga del ocio, junto a la absenta que no dejó de ser la bebida predilecta.
En este contexto se estrena el espectáculo "El tango de la cocaína" en el teatro Victoria. A diferencia del "Fumando espero" (de Viladomat y Fèlix Zarzo) este espectáculo fue un éxito total. Charleston, valses y el célebre tango fueron temas conocidos, pronto grabados e inmortalizados. El tema principal lo estrenó y grabó la Ramoncito Rovira (clic).
En la actualidad escuchar el tango puede parecer tener un alto contenido moralista "Soy una flor Caída // del vicio fatal esclava, // por el destino vencida" ... ¡Cocaína ...! // Sé que al final me debe matar./ / me asesina, // pero calma mí pesar.//Si me deja // todo se sombra en mí vivir.//Sé que al final me ha de matar // pero no me hace sufrir. ». Fue un producto de la época, con más estética que ética. Ver a una cantante diciendo que iba por la mala vida, llenaba teatros, lo demás era circunstancial.
El gran Juan Viladomat era un consumidor habitual de la mandanga, compositor de miles de temas. Él fue el maestro de las más grandes cupletistas del Paral.lel (Raquel Meller, Bella Dorita, Ramoncita Rovira, Pilar Alonso ...) Y murió al final de la guerra con menos de 60 años,totalmente arruinado. La bella Dorita pagó su entierro y la cedió el nicho donde fue descansan sus restos.
Mas información:
Jaume Collel, "El músic de l'americana vermella"
EL PAIS
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/08/05/catalunya/1375722835_810450.html
NO TE QUEJARÁS POR LAS FLORES QUE TE HE TRAÍDO (BLOG)
http://lavaix2003.blogspot.com.es/2016/08/la-policia-captura-en-un-piso-de-la.html
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