dissabte, 12 d’agost del 2017

LA HISTORIA DE MARY JONES, A QUIEN LA PRENSA LLAMÓ THE MAN MONSTER.

Cuando en 1836 Mary Jones fue detenida por la policía, se le acusó de ser una carterista y prostituta. La prensa aireó que su nombre real era Peter Sewly, y durante meses usaron la historia de forma sensacionalista con el único objetivo de vender periódicos.





Los hombres afeminados o transvestidos y las mujeres masculinas no eran aceptadas en la puritana sociedad norteamericana del siglo XIX. Se distaron leyes que eran normas de obligado cumplimiento sobre las vestimentas masculinas o femeninas, como las que ya cité de Chicago (clic). Pero hasta entrado el siglo XX no se empezó a diferenciar el concepto de homosexualidad al de las identidades transgénero. Para prensa, médicos o policía todos eran unos "invertidos", sin diferenciar. La prensa iba más allá y hablaba de "mostruosa perversión". Esto ocurría principalmente en las ciudades del este: Nueva York, Filadelfia, Boston. En San Francisco (clic) ya aparecieron las primeras redes para proteger los lugares de encuentro pagando a la policía.






Mary Jones lo tenía todo, era afroamericana, carterista, prostituta y además oficialmente un hombre. La prensa amarilla la nombró como "the man monster", editaron la litografía que he publicado al inicio y llenaron la ciudad con ella. Otro seudónimo que utilizaron fue el de "Beefsteak Peter" (Filete de ternera), pues decían que debajo la ropa los llevaba para aparentar que era una mujer.

Mary acudió al juicio con ropa femenina, según ella siempre vistió así desde que empezó a trabajar en Nueva Orleans. A pesar de ello y de la terrible presión mediática no se la condenó por sodomia, cosa habitual entonces, sino por hurto y prostitución. Fue condenada a 5 años de trabajos forzados. Poco más se sabe de ella, solo que en 1945 y 1946 volvió a ser detenida por la policía.

Al parecer la defensa de su identidad femenina en la corte fue alentada por sus propias compañeras prostitutas negras y fue aceptado por la comunidad afroamericana. De ser cierto revelaría un hecho desconocido, pues esta comunidad tan estigmatizada en épocas posteriores optaría por una evidente homofobia.



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