Texto extraído y resumido de "Decir el amor como política lesbiana: reinvenciones de lo religioso en textos de mujeres (Europa y América, siglos XII-XVII)" de Patricia-Victòria Martínez i Àlvarez. Publicado en Debate Feminista, octubre de 2008.
Jerónima de San Francisco había nacido en Sevilla en 1573 y viajó al Perú acompañando a su marido, uno de tantos colonos de la época. Allí vivió prácticamente el abandono de su esposo y se dedicó a criar a sus hijos viviendo con otras mujeres. Conocemos su historia porque ella misma la escribió siendo ya religiosa. Jerónima hizo una especie de voto particular de pobreza al decidir vestir con la misma saya por la calle que por la casa y quiso encerrarse a vivir en una celda. Se encerró, sí, pero ni su marido ni otras personas del entorno criollo al que ella pertenecía le permitieron permanecer en su celda. Finalmente se hizo religiosa del Monasterio de Descalzas de San José de Lima, donde terminó teniendo altos cargos.
En sus escritos Jerónima expresa, sin decirlo directamente, que la falta de libertad para llevar a cabo sus deseos con la vida propia es parte de ser quien es: de tener que sostener un modelo de perfección por ser la esposa de un colono, por ser madre de hijos de un hombre español.
Más allá de que finalmente Jerónima ingresara a un monasterio obedeciendo una regla de vida que otros habían escrito para mujeres como ella, más allá de que para ser religiosa en el mismo fuera su esposo quien firmara el consentimiento, Jerónima vivió su experiencia de amor con Dios y vivió intensamente a Dios en el cuerpo propio.
Conoció, además, otras formas de amor. Algo sucedió, en el monasterio, con una mujer a la que Jerónima había conocido antes de ser religiosa. En su forma de narrar parte de lo que tuvo que recordar de aquella mujer, Jerónima eludió hacer comentario alguno acerca de lo que ella sintió cuando la vio por primera vez y usó palabras que ya otras mujeres religiosas habían usado para responder o para hablar con mujeres que tan directamente expresaban el deseo de estar cerca de otra para siempre:
“
Quando vine a esta santa religion fuime a despedir de una se
ñ
ora quetenia hijos e hijas entre los quales tenia una para darle estado de casada,llegue a abrazar a esta doncella, y a despedirme como de las demas, ydixome se
ñ
ora digame palabra con secreto que no quiero que lo entiendanadie, dixome: yo no quiero estado de casada ni tampoco ir a la encarna-ci
ó
n donde mis padres quieren, yo quiero ir donde vos bais, dixele que miparecer era bien y que Dios le pagaria tan buena voluntad era dejar elmundo
Quando vine a esta santa religion fuime a despedir de una se
ñ
ora quetenia hijos e hijas entre los quales tenia una para darle estado de casada,llegue a abrazar a esta doncella, y a despedirme como de las demas, ydixome se
ñ
ora digame palabra con secreto que no quiero que lo entiendanadie, dixome: yo no quiero estado de casada ni tampoco ir a la encarna-ci
ó
n donde mis padres quieren, yo quiero ir donde vos bais, dixele que miparecer era bien y que Dios le pagaria tan buena voluntad era dejar elmundo
Las palabras de Jerónima recuerdan algún pasaje de las cartas de Hil-degarda de Bingen dirigidas a Ricarda von Stade cada vez que hablaba de voluntad y de agrado divino en vez de decir lo que los gestos y las expe-riencias de esta mujer significaban en su vida. Hildegarda, sin embargo, le tuvo menos miedo a la prohibición de vivir y de expresar el amor hacia otra mujer y en más de una ocasión la dio a conocer abiertamente.
Lima s XVII |
También las palabras de Jerónima recuerdan a las palabras de Teresa de Jesús contraponiendo el amor femenino al amor de Cristo. Jerónima recoge las palabras de una mujer que quiere estar donde ella esté y, para responderle, saca el amor del lugar en el que nace y lo pone en un lugar en el que no crecerá: el del parecer y el de la compensación. Jerónima piensa las palabras de aquella mujer, sólo las piensa y las lleva ante Dios sacándolas de su vida tal vez por miedo a hacerlas suyas, a relacionarse con ellas y a vivirlas como parte de su propia historia de vinculación con el mundo y de transformación de este.
Cuando interrogaron a Jerónima, en el monasterio, acerca de su relación con esta mujer, ella respondió:
"concerté con la señora que aquella puerta no se avia de abrir después de haverme cerrado, en ninguna manera, y que guardasse la llave, y como me queria tanto aquella señora, dixo que no me queria obedecer, mas de todo el dia, mas que a la noche en dando las ocho, que cerraba su puerta, hasta las doce de la noche havia de estar conmigo y assi lo hacia (...) hasta las ocho de la noche que venia aquella señora que decia alabado sea el santissimo sacramento alegrabasse mucho de verme, haciame comer alguna cosilla porque era mucho lo que me queria: no sabre explicar el placer que alli tenia. Pero lebantose en la ciudad tanto ruido con mi huida que fue mucho el movimiento y commocion: por los cerros y montes me andaban buscando como a Negra cimarrona, porque dejaba amigos muy honrados que eran los Marqueses de Montes Claros Virrey y Virreina y el señor Arzobispo Don Bartolomé Lobo Guerrero que me queria.
Aunque Jerónima hable de su "más amiga" y de cómo esta la quiere, también habla de placer. Su "más amiga" la hacía comer porque era mucho lo que la quería y esto, dice Jerónima, no sabe explicar el placer que le ocasionaba (a ella o a su amiga). Sin que el amor sea nombrado es evidente que la rigidez de las citas anteriores está ausente aquí. Que también lo están las contraposiciones y las negaciones. Con esta mujer que siente placer o que le hace sentir placer, que es su "más amiga", Jerónima vive el cuidado como una forma de relación libre entre las dos.
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