Jezebel. Museum: Russell-Cotes Art Gallery and Museum, Bournemouth, UK
Además, a pesar de ser una mujer, no se contentó con mantenerse en un segundo plano y actuó con una fuerte influencia en Acab. Esto le supuso la animadversión abierta de una sociedad cerrada y excluyente.
La Biblia le ha mostrado como la mujer más impía de la historia, celebrando su terrible muerte, en 841 a. C., ya que fue lanzada a los perros para ser devorada. Nunca se amoldó a las rígidas costumbres hebreas, se dedicaba a modernizar el pais, mejorar las comunicaciones y prevenir las terribles sequía, que los profetas siempre aprovechaban para señalar como consecuencia de sus pecados.
"¿Y si, después de todo, resultará que todos los dioses son los mismos o que cada dios representa aspectos concretos de uno solo, y que sólo los nombres son diferentes, según lugares y culturas? ... Nosotros, los cananeos, no imponemos a nuestros dioses a nadie. Por eso parece intolerable que no se nos permita rendirles culto allá donde vayamos, y que se nos persiga por ello. ¿Qué daño hacen al dios de Israel nuestros bosques sagrados?" (1)
A finales del siglo IX a. C., nacía Atalia, la primera hija de Jezabel y el rey Acab. Su nacimiento fue una gran decepción por el pueblo hebreo: era una mujer, no era motivo de celebración.
La reina no estaba de acuerdo y organizó fiestas a su honor, ordenando plantar árboles en el bosque sagrado de Astaroth. El diabólico profeta de Yahvé, Elías, entró en cólera, quemó el bosque y lanzó terribles amenazas contra la dinastía del rey Acab.
Después de años de desgracias, Acab aceptó reunir a los sacerdotes de Baal, con los seguidores de Elías, en el mundo Carmel. Allí se organizaron dos sacrificios; el que fuese encendido por el fuego, sin intervención humana, sería el del dios verdadero. El toro de Elías fue remojado por un líquido que todo el mundo creyó que era agua.
Al incendiarse éste, todo el mundo creyó que era la mano de Yahvé, y el colérico profeta lo aprovechó para realizar una masacre. Los 450 sacerdotes de Baal fueron degollados por sí mismos, y muchos de sus partidarios siguieron la misma suerte. "Entonces cayó el fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y todavía lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron : ¡Jehovà es el Dios, Entonces Elías les dijo: Tomad a los profetas de Baal, para que no se escape ninguno. Y ellos les arrestaron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló" (2)
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