dissabte, 17 de juny del 2017

LA POESÍA HOMOERÓTICA DE ALCUINO DE YORK

Alcuino de York, uno de los mas influyentes ministros de Carlomagno, intentó transformar Aquisgrán en la Nueva Atenas. 


Anteriormente he comentado como infructuosamente San Pedro Damián intentó la persecución de la sodomía en el seno de la iglesia cristiana. Aunque oficialmente las relaciones homosexuales eran pecaminosas, lo cierto es que las relaciones homosexuales se vivían con relativa tolerancia incluso en el seno de la iglesia y especialmente en los conventos o monasterios.

Los planteamientos antisodomía de Agustín de Hipona y Juan Crisóstomo parece que habían quedado en el olvido. Según Daniel A. Helminiak (1): Hace un milenio, la sociedad occidental mantenía una posición mas bien indiferente hacia la homosexualidad; es más, en cierto modo la apoyaba… Los clérigos y las monjas se escribían poemas de amor y Europa se deleitaba con el romance (historias de amor y odio) entre los reyes Ricardo Corazón de León  y Felipe Augusto.

Sabemos de este hecho por las prohibiciones posteriores, también por las epístolas de muchos obispos dirigidas a sus amantes, incluso en poemas homoeróticos que ellos mismos llegaron a escribir.

Bible Moralisse s XIII

Uno de estos obispos fue San Paulino de Nola. Escribió poemas eróticos dedicados a su maestro y amante Ausonio, cuarenta y tres años mayor que él. Baudri de Bourgueuil escribió también poemas a sus amantes Marbod de Rennes e Hildeberto de Lavardín, obispos los tres. La lista se podría completar con el obispo Juan de Orleans (s XI) o Longchamps, nombrado regente por Ricardo Corazón de León. De Juan de Orleans se decía que se le podían dejar las hijas a su cuidado, pero jamás a los hijos. Del padre del rey Ricardo, Enrique II, se decía todo lo contrario.

Alcuino de York (735-804 d.C.) fue uno de los intelectuales más renombrados de su tiempo, dirigió la reforma educativa emprendida por Carlomagno, y se le considera uno de los impulsores del renacimiento carolingio. Entre muchas otras cosas, intentó que la capital del Imperio de Carlomagno fuera la nueva Atenas; su amor por el mundo griego incluía también sus preferencias sexuales.

Alcuino de York apodaba a sus alumnos con nombre de animales inspirados en las Églogas de Virgilio. Su poema dirigido a Dafnis es un poema claramente homoerótico. En él se lamenta de la partida de un alumno suyo al que apodaba "cuco". Entre su obra se ha encontrado correspondencia amorosa con el obispo Arno de Salzburgo en las que le decía: El amor penetró en mi corazón con su llama, y nunca más se reavivó con igual calidez…(2) Boswell señala que sus escritos amorosos y sus poemas iban siempre dirigidos a varones y eran tan evidentes como apasionados.

Un ejemplo es este poema en el que se lamentaba de la partida de un alumno suyo al que apodaba "cuco":



“Oh cuco, que nos cantaste y volaste,

donde sea tú vagues, en cualquier orilla

te entretienes ahora, todos los hombres presagian tu muerte,

dicen que nuestro cuco no volverá más.

Ah, dejémosle volver otra vez, no debe morir,

dejémosle volver con la primavera que vuelve,

y retraed todas las canciones que él solía cantar.

¿Pero volverá otra vez? No lo sé.

Temo que el negro mar rompa contra su cabeza,

capturado en el remolino, muerte debajo de las olas,

pena para mí, si aquél dios enfermo de vino

lo ha hundido en la profundidad en la que las cosas jóvenes encuentran su tumba

Pero si el vive todavía, seguramente vendrá,

de vuelta al amable nido, desde fieros cuervos.

¿Cuco, qué tomaste del lugar de nidificación?

¿Pero volverá otra vez? Ningún hombre sabe.

Si amas el cante, cuco, entonces vuelve otra vez,

vuelve otra vez, vuelve otra vez, rápido, rezo para que vuelvas.

Cuco, no tardes, date prisa hacia tu hogar otra vez,

Dafnis, que te ama para sí, te añora para sí mismo.

Ahora la primavera está aquí otra vez, despierta de este sueño.

Alcuino, el hombre viejo, piensa mucho en ti.

A través de los verdes prados va el ganado paciendo;

sólo falta el cuco. ¿Dónde está?

Clamad por el cuco, en todas partes invocadlo,

alegre nos dejó, ¿sufrirá al volver?

Dejémosle volver sufriendo, pero si él quisiera volver otra vez,

sí, lloraríamos con él, gemido para su gemido.

A no ser que una roca te aplaste, tú querrás llorar con nosotros.

¿Cómo no te acuerdas de esto mismo?

¿No llorará el padre al hijo que perdió,

hermano por hermano seguirá estando apenado?

Una vez éramos tres, pero con un solo corazón entre nosotros.

Dos atemorizados estamos, ahora que el tercero es ido.

Voló, voló, pero la aflicción permanece;

amargo el lamento, para una cabeza tan querida.

Enviad una canción detrás de él, enviad una canción de tristeza,

canciones traen al cuco a casa, o eso cuentan…

Aún así, sé feliz, donde sea que vagues

recuérdanos a veces, amor; y que te vaya bien.” (2)





Murió siendo obispo de Tours, dejando un importante legado intelectual. Un breve epitafio en su tumba

"El polvo, los gusanos y las cenizas ahora ... 
Alcuino mi nombre, la sabiduría siempre me ha gustado, 
Oren, lector, por mi alma."



(1)  «What the Bible Really Says about Homosexuality». Daniel A. Helminiak. Alamo Square Press, 1994, 2000.
(2)         Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad. John Boswell. Ed. El Aleph, 1998.

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