dijous, 13 de febrer del 2025

EL DIA QUE HAMETE OFRECIÓ REGALOS A UN MUCHACHO A CAMBIO DE...

Turcos, italianos y marineros encabezaban el ranquing de sospechosos de sodomia para las autoridades judiciales de la Sevilla del siglo XVII, especializada en realizar barbacoas con los pobres desdichados pillados en estos lances que pasaban de ser gustosos y acababan tragicamente. 





De poco le servió a Hamete declararse cristiano y tomar el nombre de Juan, igualmente acabó en la hoguera, eso si murió cristianamente quemado. 

Todo empezó al encontrar a un joven por los campos cercanos a la gran ciudad andaluza. Fue tal el agrado de sus ojos que le ofreció todo tipo de regalos para disfrutar juntos del placer de dos cuerpos unidos. 

Todo fue bien hasta el momento que Hamete intentó penetrar al joven, donde tamaño y dolor iban a pares. Éste gritó "Dios me ayude" y el placer de Hamete quedó entre sus piernas. Dolorido recurrió al alcalde, que presto mandó detener a Hamete. Éste ante el temor de la tortura confesó todo, incluso lo más inconfesable. 




Entre sus aventuras estaba un noble caballero de la ciudad, que le ofrecía 8 ducados por servicio completo. También confesó que el noble caballero le pedía los servicios de otros compañeros suyos, con miembros enormes, ofreciendo buenas sumas si el sevicio era de su agrado. 

Hamete, confeso y cristianizado, murió santamente en la hoguera por sodomita, acompañado por su amigo turco el especialmente dotado en la entrepierna. El noble fue juzgado "in absentia", pero ya habia huido a Italia, siguiendo el camino de otros muchos jovenes sevillanos, como en su día lo fue Cervantes, al pais donde Papas y cardenales recibían de buen agrado los favores suyos.  



Mas

Garza, Federico. Quemando mariposas. Laertes

Riera, Jaume. Sodomites catalans. Ed Base. 

dissabte, 25 de gener del 2025

PLUTARCO Y VIRGILIO ANTE EL AMOR ENTRE HOMBRES, O SIMPLEMENTE SEXO.

 Plutarco (50-125), en su narración Sobre el amor, de su libro Los tratados observó que los "homosexuales" (1) masculinos vivían bajo el influjo de Ares, dios de la guerra, lo que explica su agresividad y masoquismo:

Estela de unos guerreros griegos,


 "Por consiguiente, no son tan sólo las naciones más belicosas, como los beocios, los lacedonios y los cretenses, los que tienen más práctica en esta clase de amor.

 También lo fueron los héroes de la antigüedad Meleagros, Aquiles, Aristómenes, Kimón Epameinondas. Este último tenía dos amados, Asópichos y Kasiodoros. Kasiodoros halló como él la muerte en los campos de Mantineia, y fue enterrado junto a Epameinondas. 

Molus sembraba el espanto entre sus enemigos, y su valor era sumamente temido; fue herido mortalmente por Euknamos de Amfissa, que sostuvo su primer choque, por lo que los focenses concedieron a Euknamos los honores heroicos. 

En cuanto a enumerar todos los amores de Herakles, empresa dificil sería, dado su gran número. No citaré sino a Iolaos, reverenciado y adorado aún hoy, a causa de pasar por uno de los amados por este semidios; éste es el motivo del por qué los amantes cambian sobre su tumba juramentos de ternura. Dícese aún que Herakles, hábil en medicina, salvó a Alkestis, mujer de Admetos, de una enfermedad desesperada; claro que si Admetos amaba a su mujer, no por ello dejaba de ser el amado del héroe. El propio Admetos -de creer a la fábula-, fue amado de Apolo, que «a su servicio estuvo durante un año entero».

Muerte Epaminondas. Louis Gallait



Virgilio (70-19 a.C.), en la amorosa Égloga II nos ofrece una visión de la relación masoquista de los homosexuales:

El pastor Coridón ardía en vehemente amor por el hermoso mancebo Alexis, ni delicias de su dueño, ni aun esperanzas conseguía. A menudo, caminaba solitario bajo las tupidas hayas lanzando al viento, desde las elevadas cumbres y florestas, rústicos y plañideros aires. ¡Oh cruel Alexis! ¿Por qué desdeñas mis canciones? ¡No tienes piedad de mí! ¿Así me dejas morir? Ésta es la hora en que los mismos rebaños buscan la fresca sombra, en que el verde lagarto se oculta bajo los breñales, en que Testilis maja los ajos y sérpol y las olorosas yerbas, para calmar el ARDOR de los cansados segadores, sofocados por el SOL ABRASADOR; y yo por seguir las huellas de tus pasos, desafio los ARDORES del mediodía, mezclando mi voz solamente entre los arbustos con la cigarra cantora. ¡Ay! ¡Más me hubiera valido sufrir los orgullosos y tristes desvíos de Amarilis ! ¡Más, haber preferido a Menalco, a pesar de su moreno tinte, y olvidar tu blanco color! ¡Oh hermoso mancebo! No fíes demasiado en tus rozagantes y frescos colores; también se deja perder la blanca alheña y se aprovechan los oscuros jacintos. Me desprecias, Alexis, y ni siquiera pretendes saber quién soy.



(1) cito homosexuales tal como es citado en el libro de referencia



TEXTO ORIGINAL:
Primera antología de la poesia homosexual. Fredo Arias de la Canal. FRENTE DE AFIRMACIÓN HISPANISTA, A.C. México, 1997