dijous, 23 d’agost del 2018

LA POESÍA HOMOERÓTICA DE ELIAS NANDINO

Médico cirujano, poeta y homosexual Elias Nandino al morir nos dejó una obra en la que nos cuenta sus pasiones, sus sentimientos, sus refelexiones y sus deseos más ocultos, se trata de "Juntando mis pasos"



Elias Nandino (1900-1993) estudió medicina en la ciudad de México. Se graduó en 1930 en la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de México. Cirujano de profesión trabajó en el Hospital Juárez aparte de  otras clínicas privadas y públicas, y algunas penitenciarías."Nandino desarrolló su obra poética simultáneamente a sus estudios. Su poesía no es la que ofrenda un hombre a una mujer: es poesía frente a un espejo, erotismo que se traduce en “sed de otredad”; sobresalto, una herida que refleja desamor y ausencia, es el enfrentamiento a una fractura: la paradoja del deseo y el sosiego, tal como se puede sentir en el siguiente verso: “No es tu cuerpo: lúbrico venero,/metal vibrante de tu sexo vivo,/ hoguera de tu beso convulsivo;/ lo que con manos de ansiedad espero.” (1)

Formó parte del grupo de los "Contemporáneos", formado por escritores mexicanos contrarios al nacionalismo que apareció tras la Revolución mexicana. Rigor poético o defensa de la libertad de expresión fueron algunos de los elementos que les caracterizó.  

Amigo de los poetas homosexuales Salvador Novo y Xavier Villaurrutia des de la juventud. Pero a Novo le recriminaba su "afeminamiento". Elias Nandino no soportaba ni el travestismo ni a las personas transexuales. 

En su  autobiografía "Juntando mis pasos",  Elias habla abiertamente de sus experiencias homosexuales, Fue en respuesta a una autobiografía no autorizada de Enrique Aguilar. No se publicó hasta años después de su muerte. La evidente carga homoerótica de su poesía, o su propia declaración no ha hecho cambiar a una crítica literaria que ha preferido ignorarlo. 



Aquí un breve texto de Juntando mis pasos:

Alcibíades

YO VIVÍA EN LA CALLE DE LA MONEDA, en una casa de tres pisos, muy hermosa por cierto, a la que nos cambiamos mi madre, mi hermana y una profesora de inglés, de origen alemán, que tenía mucha amistad conmigo y que estaba en malas condiciones, por lo que la invité.

Sucedía que por las mañanas, cerca de las ocho y media, yo tenía que salir rumbo al hospital y, a esa misma hora, pasaba un muchacho güero, con un pelo maravilloso color de sol a mediodía y con un cuerpo escultórico. Casi siempre nos veíamos, hasta que un día sonreímos y nos hicimos amigos. Acostumbrábamos pasar fines de semana en Cuernavaca, en Puebla o en Taxco. Llegábamos a un hotel con dos camas y por más que lo llamaba a la mía, él se negaba a ir y cuando yo iba a la suya se envolvía en las cobijas. Pero estas negaciones no mermaban mi paciencia. Además, yo adivinaba cierta experiencia sexual en este chico porque era muy bailador y andaba con diferentes amigas. Tan bello como era y en México, era imposible que no hubiera tenido conocimiento en asuntos sexuales.

Una vez, vi que sus zapatos estaban mal, por lo que le presté unos míos y juntos fuimos con el zapatero, que era también el portero del edificio, para que los compusiera, y le pagué anticipadamente. Al día siguiente tuve que ir a Toluca a ver a un enfermo como se trató de una operación quirúrgica, no pude regresar hasta dos días después. En ese intervalo, el zapatero subió a entregárselos a mi madre. Como la pieza de mi amiga, la profesora de inglés, estaba a la entrada, ella se daba cuenta de todo. El zapatero le advirtió a mi madre que ya estaban pagados los zapatos y, en son de chisme, le contó que él nos había visto besándonos en la escalera y que el muchacho con el que yo andaba era muy explotador. Cuando Alcibíades fue a recoger sus zapatos, mi madre se los entregó y lo insultó: le dijo que era un golfo y que no se volviera a parar en la casa.

A la llegada de mi viaje, lo primero que hice fue hablarle a Alcibíades. El me contó lo que le dijo mi madre, y mi amiga, de una manera secreta, me informó todo lo que había pasado. Por lo mismo, volví a hablarle y lo obligué a que fuera a comer conmigo. Nos sirvió la criada y comimos. Al final, antes de irnos, fui al teléfono y hablé con un amigo que era gerente de unos departamentos para pedirle que me rentara uno porque lo necesitaba de urgencia. Me contestó que precisamente estaba desocupado uno, me dijo el precio, acepté y quedé de ir a recoger la llave. Toda mi conversación la oyeron mi madre y mi hermana. Desde que me enteré de todo, no volví a dirigirles la palabra. 

Cuando regresé, en la noche, mi madre estaba enferma, tenía ataques nerviosos, y mi hermana estaba lloré y lloré. Entonces, con firmeza, me senté junto a ellas y les dije: «Ustedes han sabido quién soy yo y sin embargo han vivido conmigo, y las he sostenido con voluntad y con cariño. Si saben mis defectos, ustedes son las que deberían de callarlos y tenían la obligación de no hacerle caso al zapatero.» Me pidieron perdón y quedaron de no volver a meterse en lo absoluto en mi vida.

Desgraciadamente, estos obstáculos y las negaciones de Alcibíades me quitaron el entusiasmo por poseerlo y, de una manera lenta, me fui despegando de él. Al poco tiempo supe y me di cuenta de que andaba con un abogado amigo mío, cosa que no me importó porque realmente era un golfo.

Su poesía evidencia una realidad que los críticos han pretendido ocultar " “Durante mi vida amé como nadie. Tuve una capacidad de amor inmensa. Por eso creo que soy hombre; más hombre que cualquiera, porque, si no ¿entonces cómo pude dominar a tantos con los que tuve que ver?” Nandino fue un erotista religioso; unió el cuerpo y el corazón para conocer lo que únicamente puede explicarse a través de signos y figuras. Siguió los impulsos de su naturaleza primitiva para jugar con los límites de su propio ser." (1)



Dos poemas:

TARDÍO APRENDICAJE

Para soportar
estos años aciagos,
amargos,
de apretado silencio
en soledad sin muros,
he tenido que aprender
a platicar a solas,
a sufrir sin queja,
a llorar sin llanto
y a crearme,
en las quemantes noches
de los insomnios vagabundos,
la dócil compañía
de mi almohada,

haciéndola que duerma entre mis muslos.


SI HUBIERAS SIDO TÚ

   a Xavier Villaurrutia 


Si hubieras sido tú, lo que en las sombras, anoche, 
bajó por la escalera del silencio 
y se posó a mi lado, 
para crear el cauce de acentos en vacío 
que, me imagino, será el lenguaje de los muertos. 
Si hubieras sido tú, de verdad, la nube sola 
que detuvo su viaje debajo de mis sábanas 
y se amoldó a mi piel 
de una manera leve, brisa, aroma, 
casi contacto angelical soñado... 
Si hubieras sido tú, 
lo que apartando la quietud oscura 
se apareció, tal como si fuera tu dibujo 
espiritual que quiso convencerme 
de que sigues, sin cuerpo, viviendo en la otra vida. 
Si hubieras sido tú la voz callada 
que se infiltró en la voz de mi conciencia, 
buscando incorporarte en la palabra 
surgida de tu muerte, por mis labios. 
Si hubieras sido tú lo que en mi sueño 
descendió como bruma, poco a poco, 
y me fue encarcelando 
en una vaga túnica de vuelo fallecido… 
Si hubieras sido tú la llama 
que inquemante pasó por mi desvelo 
sin conmover el lago del azoro, 
igual que en el espejo se sumerge 
la imagen, sin herirle 
el límpido frescor de su epidermis. 
Si hubieras sido tú... 

Pero nuestros sentidos 
no pueden identificar las ánimas. 
Los muertos, si es que vuelven, han perdido 
todo lo que pudiera 
darnos el goce de reconocerlos. 

¿Quién más pudo venir a visitarme? 
Recuerdo que, contigo solamente, 
muchas veces hablé de la zozobra 
en que el constante asedio de la muerte 
nos tiene sepultados, 
y hablábamos los dos adivinando, 
haciendo conjeturas, 
ajustando preguntas, inventando respuestas, 
para quedar sumidos en derrota, 
muriendo en vida por pensar en muerte. 
Ahora tú ya sabes descifrar el misterio 
porque estás en su seno, pero yo no sé nada... 
En esta incertidumbre secretamente pienso 
que si no fuiste tú lo que en las sombras, anoche, 
bajó por la escalera del silencio 
y se posó a mi lado, 
entonces quizá fue 

una visita de mi propia muerte.

(1) El poeta frente al espejo  http://www.jornada.com.mx/2011/01/02/sem-guadalupe.html

Más:

El amor diferente de Elías Nandino: http://www.gaceta.udg.mx/G_nota1.php?id=12078
Juntando mis pasos: https://es.scribd.com/doc/306457850/Nandino-Elias-Juntando-Mis-Pasos-29581-r1-0

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