dissabte, 22 d’agost del 2015

CONRAD DE MARBOURG, EL SADISMO DEL INQUISIDOR

Conrad de Marboug fue el primer inquisidor alemán de la historia, ejerció su mandato con un sadismo extremo, al servicio de un Papa absolutamente intolerante. 




En 1227 era elegido Papa Gregorio IX. Una de las primeras medidas que tomó fue el "Propter Scandalia" por el que se prohibía que tanto en monasterios, como en conventos, monjes, frailes o monjas pudieran dormir acompañados, vetando además cualquier presencia masculina en los conventos femeninos. Otra medida destacada fue la bula Excommunicamus  que creaba el tribunal del Santo Oficio, organismo dependiente directamente del pontífice, nombrando a los dominicos como inquisidores y estableciendo que los herejes fueran entregados al brazo secular para su castigo. Nombró a Conrad de Marboug como primer Inquisidor de Alemania.




Conrad iba siempre acompañado de Isabel de Hungria (santificada posteriormente). Ésta había abandonado hogar e hijos para seguir a este sádico que le sacaba la espiritualidad a latigazos. En sus sesiones invitaba a Gregorio IX para que fuera testigo "de como el mal abandonaba el cuerpo de una joven devota cristiana" (1)

El primer caso en el que actuó fue contra una secta "hereje" que actuaba por el actual Montenegro, según la denuncia tanto mujeres como novicios eran sodomizados en una especie de rito "satànico". Conrad y su equipo de sádicos secuaces quemaron a cerca de 200 miembros de esta "secta" pasando a cuchillo al resto. Una actuación similar realizó en Estrasburgo, acusando sin demasiadas pruebas a un centenar de adoradores de Lucifer.





Konrad era en ocasiones "piadoso", si un hereje se arrepentía, una vez pasado por la hoguera quemaba su cadáver para que no fuera alimento para carroñeros. No tenía competencias para perseguir la sodomía, pero para él no era problema, con una acusación de herejía le bastaba.

Este sacerdote cisterciense solo contaba con el apoyo papal, para los cristianos de su época era un inquisidor excesivamente duro y brutal, siempre rodeado de sus  fanáticos asistentes y que jamás intentaba verificar la exactitud de los cargos contra los acusados.

Cuando intentó actuar contra el conde Enrique II de Says (Renania Palatinado) los nobles y obispos se pusieron en su contra, muriendo poco después en una emboscada. El Papa le nombró "mártir de la fe", pero jamás fue reconocido como santo. 



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