dijous, 27 de gener del 2011

MEMORIA DEL HOLOCAUSTO.

El triángulo rosa es el distintivo que en la solapa y en una pernera del pantalón debían llevar los homosexuales en la Alemania de Hitler, así como en los territorios ocupados. Entre 250.000 y 600.000 personas por ser homosexuales o tener relaciones sexuales con otros hombres fueron deportados a campos de concentración, allí eran considerados la escoria de la escoria. 



Palizas, castraciones, trabajos forzados, inyecciones mortales con morfina, lobotomías  eran la práctica común. Los mas jóvenes se les hacia servir como cobayas. Los suicidios eran numerosos, el porcentaje fue el mas alto después de la comunidad judía, se cifra por encima del 60%.


La mayoría de supervivientes de los campos de exterminio nazi tuvieron un reconocimiento público y la consideración de víctimas. Todos menos los homosexuales. Todas las leyes contaminadas por el régimen de Hitler fueron eliminadas, salvo el celebre artículo 175 que condenaba la sodomía. Este artículo se dejó en manos de los landers que en su mayoría lo mantuvieron.

La Vereinigung der Verfolgten des Naziregimes  (Asociación de represaliados nazis) se negó a reconocer a los homosexuales procedentes de campos de concentración. Ello significó que se le negaron las indemnizaciones, que no estuvieron en los homenajes o monumentos, que ni siquiera se les citó en Nuremberg. Fueron ignorados y muchos de ellos perseguidos. Mas: http://leopoldest.blogspot.com.es/2011/11/la-persecucion-de-la-homosexualidad-en.html

En el año 2000 se conocían menos de diez prisioneros vivos que llevaron un triángulo rosa. Solo recientemente se ha comenzado a fijar las historias de estos prisioneros. El gobierno alemán empezó a reconocerlos en el 2.002, la mayoría ya habían muerto.

 

Testimonio de Pierre Seel acerca del campo de concentración de Schirmeck.

Pierre Seel era apenas un muchacho cuando los nazis ocuparon Francia y le ordenaron reportarse inmediatamente en la comisaría de su pueblito, Mulhouse. Tristemente... para él, la policía lo había consignado en su lista de ciudadanos homosexuales. Camino a su ignoto destino, Seel oró por la vida de su «amado Jo» y la de su familia. Él aún no lo sabía, pero en la comisaría lo esperaban inenarrables torturas y, después de ello, cuatro años de infierno y una camisa de presidio cosida con un triángulo de color rosa.

«En los campos, los homosexuales eran sometidos a las mismas privaciones, brutalidades, trabajos forzados, experimentos médicos... pero además llevaban un triángulo rosa por lo que eran sometidos a vejaciones aun más graves. Algunos fueron dejados a los perros de las S.S. para que los devorasen antes que a los otros deportados.

En cuanto a mí, después de décadas de silencio, me he preparado mentalmente para hablar, para acusar,



Posiblemente el célebre poema de Martin Niemöller, citado por Brecht; debería haber sido diferente, pero  la homosexualidad en Alemania siguió prescrita y perseguida:


Un día fueron por los homosexuales 
y no dije nada porque yo no era homosexual.

Luego fueron a por los comunistas,
...pero me callé porque yo no era comunista.

Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era judío.

Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.

Luego se metieron con los gitanos,
y no dije nada porque yo era gitano.

Se llevaron a los discapacitados,
no me importaba, yo no lo era.

Y cuando finalmente vinieron por mí,
no quedaba nadie para protestar.




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