"Lasciva est nobis pagina, vita proba" ("Mis obras pueden ser lascivas, pero mi vida es pura") Marcial.
Los epigramas de Marcial nos muestran no solo su visión sarcástica sobre las relaciones entre personas del mismo sexo en la Roma Antigua, también las costumbres de estos, sus encuentros, sus uniones...
Marco Valerio Marcial, (40 – 104), fue un poeta latino nacido en Bílbilis (Calatayud). A los 24 años marchó a Roma para terminar sus estudios jurídicos bajo la protección de Séneca, pero la caída en desgracia de éste y su suicidio le dejaron desamparado y su pobreza le obligó a sobrevivir de forma bohemia. Fue amigo de los escritores Plinio el Joven, Silio Itálico, Juvenal o Marco Fabio Quintiliano. Fue este célebre rector quien le aconseja que se prepare bien y empiece a defender causas, para salir de la necesidad en que se encontraba. Entonces empieza su época de mayor gloria fue bajo el mandato de los emperadores Tito y Domiciniano que le apoyarán abiertamente, pero sus sucesores dejaron de apoyarle regresando a su ciudad natal donde murió.
Leyendo sus epigramas y con la mentalidad de alguien del siglo XXI podríamos llegar a ver la obra de este autor como la de un poeta claramente misógino, homófobo y pederasta. Pero su obra es una muestra de la forma de pensar de muchos romanos de la época y su visión de la sexualidad, aunque sus feroces posicionamientos seguramente fueron mas allá de lo que la sociedad romana aceptaba con normalidad. Recordemos como la sociedad romana lloró la muerte del joven efebo amante de Adriano, Antinoo.
Sus escritos satíricos, ferozmente sarcásticos, son terriblemente duros cuando se refieren a mujeres que se relacionan con otras mujeres (no existía el concepto de lesbianas), a los hombres que se pintaban la cara u optaban por vestirse de forma femenina o a los sodomitas pasivos. Paralelamente ensalzaba su amor hacia los "pueri" (muchachos) sin que su virilidad se pusiera en duda.
Que sea terso por su tierna edad
y no por la piedra pómez
mi pequeño esclavo
y me haga aborrecer las mujeres. (1)
La dureza de sus sarcásticos epigramas es infinito:
“Quinto ama a Tais. —¿A qué Tais? —A Tais la tuerta. —A Tais le falta un ojo; a él, los dos”
“Quinto, si tu amada no es Tais, ni tuerta, ¿por qué piensas que el dístico se había compuesto contra ti? —Pero algún parecido hay. —¿Es que dije Tais por Lais? Respóndeme, ¿qué parecido hay entre Tais y Hermíone? Pero tú te llamas Quinto... ¡Ah, bueno! Pues cambiemos el nombre del amante: si el Quinto no quiere, que sea el Sexto el amante de Tais!” (2)
A través de su obra conocemos muchas de las costumbres de los homosexuales romanos, por ejemplo los lugares de encuentro: los baños eran el lugar mas común:
"Invitas solamente, Cota, a los que se bañan contigo y sólo los baños te proporcionan convidados. Me extrañaba, Cota, que nunca me hubieras invitado: ahora sé que no te gusto desnudo." (3)
También aparecen referencias al matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque no muestra mucho entusiasmo por él. Durante los primeros años en Roma fue testigo de la boda de Nerón y Pitágoras. Podemos encontrar muchos ejemplos en sus epigramas:
"¿Ves, Daciano, a aquel de pelo desaliñado, de quien incluso tú temes el severo entrecejo, el que habla de Curios y Camilos, garantes de la libertad? No te fíes de su frente: se casó con un hombre ayer."
""El barbudo Calístrato se casó con el tímido Afer, bajo la misma ley por la que una mujer toma un marido, con velo de novia le cubrió su cara, antorchas precedieron a la pareja, y escuchó el himno en honor del dios Himeneo ".Se fijó además la dote. ¿No te parece, Roma, que ya es suficiente? ¿es que esperas que también tengan descendencia? " (3)
NOTA: El matrimonio en Roma estaba reservado a los ciudadanos romanos, no tenía carácter jurídico ni religioso. Era un pacto privado en el que sólo se pronunciaban unas palabras rituales, razón suficiente. El matrimonio eclesiástico se remontan al siglo VII. Hasta entonces bastaba la voluntad entre dos, por esto fueron posibles los matrimonios entre personas del mismo sexo de la que nos habla Boswell.
Aunque Marcial consideraba que la virilidad seguía intacta si un hombre se acostaba con un joven, y no era sodomizado, su visión de los homosexuales era muy negativa:
"Cuando follas, Policarmo, sueles al final cagarte. Cuando te dan por el culo ¿Qué haces, Policarmo?"
"Todos los maricones te invitan a cenar Febo. A quien da de comer una polla, creo yo que no es un hombre sin tacha."(3)
No soy un adivino: pero si le duele
el pájaro a tu pequeño esclavo
y a ti, Névalo, el culo,
me hace sospechar. (3)
La mujer debía estar por debajo del hombre, Marcial rechazaba la paridad de plano:
¿Desposar a una mujer rica? No. Por qué
me preguntas. Porque quiero
desposar. No ser desposado-
La esposa debe estar sometida al marido
es la única igualdad posible entre los dos. (1)
La mujer no puede ser ni exigente, ni prepotente ni insaciable:
Quieres, Lesbia, que la tenga siempre levantada
para servirte, pero una polla no es un dedo,
créeme. Tú la acaricias y le hablas
pero tus modos imperiosos son tus enemigos. (1)
A las lesbianas las despreciaba, epigrama XC:
Como nunca te veía juntarte con hombres, Basa, y porque ninguna hablilla te
atribuía un amante, sino que a tu alrededor tenías siempre a tu absoluto servicio un
grupo de tu propio sexo, sin presencia de varón, me parecía que eras, lo confieso, una
Lucrecia. Pero tú, Basa, –¡qué atrocidad!– hacías de macho. Te atreves a unir entre sí
coños gemelos y tu enorme clítoris hace las veces del varón. Has ideado una
monstruosidad digna del enigma tebano459: que, aquí donde no hay varón, haya
adulterio. (2)
Esta misogínia militante se vuelve mucho mas feroz cuando habla de las relaciones amorosas entre mujeres:
"Da por culo a los chavales la lesbiana Filenis y más furiosa que un marido empalmado taladra a once chavalas por día. Arremangada juega también a la pelota y se pone amarilla de polvo y las halteras pesadas para atletas hace girar con el músculo fácil, y embarrada de la hedionda palestra se somete a los golpes del monitor untado de aceite. Y no come ni se reclina antes de vomitar siete chatos de vino; a ellos piensa que puede volver, cuando ha comido dieciséis albóndigas. Después de todo esto, cuando se pone cachonda, no la mama -esto lo cree poco viril-, sino que devora por completo el sexo de las chavalas. Los dioses te concedan una mentalidad, Filenis, adaptada a ti, que crees viril lamer coños." (3)
La mujeres no pueden dar entera satisfacción a los hombres y Marcial acaba apostando por los "pueri" (los muchachos), pero estos a veces le salen caprichosos:
Tu me buscas, yo te huyo; te busco, me huyes tu.
así de confuso está mi corazón, Dídimo,
si tu quieres, yo no quiero; quiero, si tu no quieres. (1)
El amor hacía los muchachos no significaba desdeñar el relacionarse con mujeres:
Téstilo, dulce tormento de Víctor Voconio, el joven más famoso del mundo entero, que te amen hermoso incluso tras cortarte el cabello y que ninguna chica agrade a tu querido poeta: por un tiempo aparta los doctos libros de tu señor, mientras leo mis pequeños poemas a tu querido Víctor. También Mecenas, cuando Marón cantaba a Alexis, conocía sin embargo a la morena Melenis de Marso. (3)
El concepto de la sexualidad de Marcial es la tradicional en el mundo antiguo, su visión no divide entre homosexualidad y heterosexualidad, sino entre "activo o pasivo", y el hombre siempre debe ser activo, empezando a serlo amando a los jóvenes. Para él en esta primera etapa la mujer no existe.
Marcial lamentaba el paso del tiempo en los jóvenes que amaba, Hilo era un de estos casos. Epigrama VII:
¿Por qué, joven Hilo, lo que me diste ayer me lo niegas hoy, duro tan de
pronto tú, que eres la misma ternura? Pones como pretexto la barba, los años, el pelo.
¡Oh noche, qué larga eres, que basta una para hacer viejo a un niño! ¿Por qué te burlas
de mí? Tú, Hilo, que ayer eras niño, dime, ¿por qué razón hoy eres hombre? (2)
John Boswell señala la contradicción en la postura de Marcial: Marcial menciona por nombre a prominentes ciudadanos que tenían relaciones
homosexuales, a menudo con lista de sus compañeros, sino que, además, admite abiertamente
tenerlas también él. (Que algunos de sus epigramas estuvieran destinados a complacer al
emperador y que se ganara la vida con la venta de sus libros es un argumento casi
incontrovertible contra la dualidad de patrones al respecto entre costumbres públicas y
costumbres privadas.). (4)
Mas información:
(1) La bisexualidad en el mundo antiguo. Eva Cantarella. Ed AKAL
(4) John Boswell, Cristianismo y tolerancia social