divendres, 1 de febrer del 2019

HOLOCAUSTO Y REPRESIÓN DE LA DIVERSIDAD SEXUAL BAJO EL NAZISMO

Conferencia en el Palau de la Generalitat con motivo del Día Mundial en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Realizada conjuntamente con Jordi Petit, su intervención está al final de mi intervención. 













Consejera, Teniente de Alcalde, Directora General, autoridades, amigos y amigas, buenas tardes a todos.

Es para mí un gran honor poder dar hoy y aquí esta conferencia, justo donde estuvo el antiguo call de Barcelona, ​​junto a una de las sinagogas de la ciudad. Y poder hacer memoria del rabino Isaach Marldofay, que fue quemado por el delito de sodomía en 1365, en ausencia del rey Pedro el Ceremonioso, siendo la antesala de las matanzas que se produjeron en nuestra ciudad a finales de ese siglo.

Viktor Emile Frankl, científico austriaco judío y primera persona que desarrolló el concepto de "resiliencia" dijo: "Desgraciado quien al regresar descubrió una realidad totalmente distinta a la íntimamente añorada durante los años de cautiverio".

Él había perdido toda su familia en los Campos de Exterminio. Terrible tragedia. Los homosexuales y los transexuales ni siquiera pudieron volver a sus casas, siguieron proscritos y perseguidos al igual que la población gitana.

Como muy bien ha dicho Jordi Petit, uno de los primeros actos del nazismo fue el asalto a Instituto para el Estudio de la Sexualidad (Institut für Sexualwissenschaft), justo 4 meses después de la llegada de Hitler al poder y cinco años antes de la fatídica Noche de los Cristales Rotos. No llegó de repente; hacía tiempo que mostraban su odio a la calle; hacía tiempo que agredían gente; pero la población miraba hacia otro lado. Ponían orden, atacaban homosexuales, comunistas, indeseables. Cuando la población se dio cuenta ya era tarde. Os suena? Simbología nazi por las calles, agresiones, ataques a centros LGTB ... Tenemos que esperar 5 años para entender lo que está pasado hoy?

Jordi Petit ha citado el film "Ben". Es la historia de un hombre homosexual que fue a un Campo de Concentración con un triángulo amarillo, creían que siendo judío sería mejor tratado. Explica la realidad de muchos homosexuales que llegaron con triángulos que no eran el rosa y luego, dentro, recibieron la doble discriminación. Es el caso de Paul Von Groszeim, detenido en Lübeck con otros 300 jóvenes en 1937, Fue torturado y aceptó ser castrado para evitar ir al Campo de Concentración. Pero más tarde fue detenido por ser disidente político, entró en el Campo con el triángulo verde.

Cuando hablamos del triángulo rosa y hablamos de homosexuales, olvidemos que entonces no se diferenciaban de los transexuales, y muchos de los exterminados lo eran. También olvidemos el triángulo negro, lo que llevaban feministas, lesbianas y prostitutas.

El nazismo no organizó una persecución sistemática de las lesbianas, pero no veían con buenos ojos a las mujeres que querían actuar libremente, sin la tutela de padres, esposos o hermanos masculinos. Cuando una mujer era denunciada en el trabajo o por la familia, tenía su destino marcado en Ravensbrück.

Elli Smula, sindicalista de la red de tranvías de Berlín, fue denunciada por su propia empresa como lesbiana. Allí fue maltratada y utilizada como conejillo de indias, hasta que en un experimento de éste perdió la vida. En este campo murieron unas 95.000 personas, mujeres y sus hijos, una parte de ellas lesbianas.

 Sabemos que 15.000 personas ingresaron con el triángulo rosa, desconocemos cuántas entraron con otros triángulos. Entre 1933 y 1945 100.000 personas pasaron a disposición judicial por "comportamiento degenerado o sodomía", muchas murieron apaleados o huyeron fuera, sin ser registradas. Las cifras de desaparecidos oscila entre 50.000 y el medio millón.

Esta dificultad en conocer los datos tiene que ver en que el final de la guerra, los homosexuales, como los gitanos, no fueron reconocidos como víctimas, al contrario siguieron siendo perseguidos.

Hasta 1995 100.000 personas fueron denunciadas, 50.000 con sentencias firmes. En 1969 el artículo 175 fue restaurado en parte. A inicios de los 80 homosexuales y gitanos fueron reconocidos como víctimas del holocausto. En 1995 el 175 fue eliminado. Cuando a inicios del siglo XXI se quiso realizar un homenaje a las víctimas, ya sólo quedaban vivos menos de dos personas.

Las consecuencias fueron terribles. El tejido asociativo fue destruido, los fondos documentales quemados, las cintas cinematográficas o las obras de arte destruidas, los activistas que sobrevivieron se exiliaron. Los hombres y mujeres LGTB tuvieron que vivir vidas diferentes o acabar en manos de la justicia.

Hoy podemos ver que este virus del fascismo no murió en 1945, que sigue vivo y presente en nuestras calles, o que una buena parte de la población mira otro lado o cree que no va con ellos.

Olvidar, menospreciar o negar el holocausto nos lleva al camino que nos devuelve a ese horrible pasado. Primo Levi dijo: "No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿Quién hablará? "

De todos nosotros depende; por favor no olvidemos, mantengamos viva la memoria.

Muchas gracias a todos.


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Conferència del Jordi Petit:

HOLOCAUSTO HOMOSEXUAL

Autoridades,
amigas y amigos:
Buenas tardes.

El libro que ustedes han recibido en la entrada, “Deportado homosexual” (Ed. Bellaterra, BCN: Jean Le Bitoux / Pierre Seel), sintetiza que supuso ser deportado por homosexualidad bajo la ocupación nazi en Francia, al menos en los territorios que el Tercer Reich consideraba como de “raza aria”, como fue el caso de Alsacia. Conocí a Pierre Seel hace muchos años en Marsella, le dí la mano y lo abracé, tras conocer su terrible experiencia de vida bajo y tras su deportación como homosexual. El ya no está con nosotr@s, pero su testimonio queda en estas páginas, para siempre. Acudí hace años -invitado por el ayuntamiento de Toulouse- a un acto de homenaje de aquellas víctimas, ciudad donde residió Pierre Seel hasta su defunción y donde hay una pequeña calle que lleva su nombre. En los años 70's la tercera generación del movimiento lgtb, se esforzó por incluir en la memoria de la Segunda Guerra Mundial a las víctimas homosexuales en las ofrendas florales, no sin rechazo de los soldados veteranos, pero ganamos ese reto.
El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler se hizo con el poder en Alemania, solamente con un 32% de votos. Las derechas lo arroparon pensando que frenaría el poder de los sindicatos y las izquierdas, peleadas entre sí, no fueron capaces de coaligarse para impedir su ascenso al poder.
Craso error histórico.
En 1934 se inició otro holocausto homosexual en la URSS, cuando Stalin penalizó la homosexualidad y miles y miles fueron enviados a Siberia, pocos datos existen sobre este horror.
En el estado español, esa misma ira existió en ambos bandos de la guerra civil y persistió durante el franquismo.
En mayo de ese mismo año-1933- los nazis, que ya campeaban sembrando el terror, incendiaron y destruyeron el Instituto de estudios de la sexualidad de Berlín y toda su documentación, (que en 1919 había fundado Magnus Hirsfeld). Este pionero, fundador también del Comité Científico y Humanitario (1897), en aquellos momentos se encontraba el Francia y salvó la vida. Esta asociación había reunido a miles de afiliad@s, tuvo muchas sedes, publicaciones, actividades y consiguió con sus protestas impedir que el artículo 175 del Código Penal prusiano que condenaba la homosexualidad, -que pasó a toda Alemania-, se aplicase a las mujeres lesbianas. En sus inicios aquella república fue tolerante.
Esta persecución se adelantó en cinco años a la triste noche de los “Cristales rotos” de 1938, cuando el nazismo inició descaradamente la deportación del pueblo judío. Destruyeron tiendas y negocios judíos, la rotura de escaparates dió nombre a esa infamia. Un anti-semitismo que todavía perdura en algunos países europeos y que tiene sus raíces en el cristianismo. Fueron seis millones, las personas judías exterminadas y de éstas, un millón y medio de criaturas.
El Holocausto Homosexual empezó ya en 1933 con asesinatos en domicilios particulares, hasta llegar a la clausura de todos los locales de encuentro (como el mítico “El Dorado”de Berlín) e inmensas redadas que llevaron a miles y miles de homosexuales a cárceles, campos de concentración y campos de exterminio. Se torturaba a los detenidos para que revelasen a otros homosexuales.
Los deportados homosexuales fueron discriminados por el resto de presos, un infierno dentro del infierno.
Fueron sometidos a experimentos “científicos” para “curar” su homosexualidad. El Tercer Reich quería la máxima reproducción de la raza aria. De intentar su “rehabilitación” a base de encuentros con prostitutas, acabaron muchos con operaciones de lobotomía. Ésta consistía en perforar el cráneo sobre la zona del cerebro que ya se sabía controlaba la sexualidad de la persona. Era extraída la porción cerebral correspondiente y luego se reponía el trozo de hueso craneal. La mayoría murieron en los quirófanos, otros quedaron con ceguera y graves problemas neurológicos. Los que consiguieron sobrevivir perdieron cualquier apetencia sexual, devinieron asexuales.
Son testimonio de aquellos tiempos películas como “Víctor o Victoria”, “Cabaret” y sobre todo la intensa “Una jornada particular” con Marcello Mastroiani y Sofía Loren conducidos por el genial director Ettore Scola. Sin embargo, el mayor y mejor testimonio de aquella barbarie fue “Bent” obra de teatro llevada al cine, y cuya trama se desarrolla en el campo de exterminio de Mathaussen.
Visité ese lugar terrible en 1989 con ILGA. Aunque ya había visto reportajes sobre las cámaras de gas y los crematorios, así como las espeluznantes imágenes de seres esqueléticos, hubo algo que nunca podré borrar de mi memoria (aquí mi voz empezó a temblar ante el auditorio). Contemplé horrorizado grandes contenedores con cientos de miles de anillos y alianzas de boda, otro con millares de gafas y monóculos y todavía un tercero con miles de dentaduras postizas, con algún diente de oro o plata. Antes de la matanza, debían deshacerse de todo objeto de valor. Una pesadilla. Aquello eran muchísmas miles y miles de vidas truncadas. Profunda angustia.
Nunca más.
Defendamos un derecho tan humano como amar.
Buenas tardes.


3 comentaris:

  1. Desgarrador. Leído en un libro de mujeres españolas deportadas a Ravensbrück, comentaban que las lesbianas tenían el duro trabajo de ir recogiendo los cadáveres del campo. Los homosexuales eran marginados dentro de la marginación que es la deportación.

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    1. Muy pocas sobrevivieron. No hay estadísticas, pero se conoce muy pocas que salieron vivas,,,,

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  2. muchas gracias a los dos por vuestro enorme trabajo e implicación.

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GUY HOCQUENHEM, RACE D'EP