La homosexualidad se consideraba que era una
enfermedad y el homosexual un pervertido. El régimen franquista se basaba en la
moral católica ultraconservadora que la consideraba aberrante y contraria a la
ley natural. Pero hasta el 1954 no la penalizó.
I INTRODUCCIÓN
El homosexual (no
distinguían entre homosexual y transexual) era considerado una amenaza para el prototipo
de "varón macho falangista y
cristiano". Generalmente era tratado como un delincuente
enfermo, como los violadores o los infanticidas, sobre todo si era de clases
bajas. El psiquiatra Antonio Vallejo Nájera (1) creía necesaria la
esterilización. Decía: “Adquieren estos
postencefalíticos (2) todas las características propias de las personalidades
psicopáticas: holgazanería, importunidad, tendencias cleptómanas, agresividad,
vagabundeo, etc. Lo característico es la habilidad cinética y la tendencia a la
acción, en finalidad o con fines perversos”.
El general Gonzalo
Queipo del Llano afirmó un día que "cualquier
afeminado o desviado que insulte al movimiento será muerto como un perro".
(3) Las relaciones homosexualiales no estuvieron penalizadas hasta 1954, el
régimen dictatorial estuvo más interesado en perseguir la disidencia política.
II LEY DE VAGOS Y MALEANTES. 1933, REVISADA EN 1954
Las leyes de la
república no diferenciaban entre
heterosexualidad y homosexualidad, pero tipificaba los delitos sexuales, por lo
que dependía de quien interpretase la ley.
Por ser una ley que no
sancionaba delitos sino que intentaba evitarlos no incluía penas, sino medidas
de alejamiento, control y retención de los individuos, supuestamente peligrosos
hasta que se determinara que se había acabado su peligrosidad. Quedando así
establecida, podía ser utilizada arbitrariamente para la represión de las
personas sin recursos.
También dependía del juez que dictaba las sentencias, pues algunos consideraban a los homosexuales como rufianes. Ello llevó al gobierno cedista a especificar el concepto de rufián, en esta ley, como: "traficantes con la ajena honestidad para satisfacer la lujuria de otros, ya se ejercite respecto de hombres o de mujeres" o "perversión de menores y el fomento de la prostitución contraviniendo los preceptos gubernativos y sanitarios al efecto".
La persecución legal contra la homosexualidad bajo la dictadura del general Franco no se plasma hasta 1954, fecha en la que se modifica la republicana Ley de vagos y maleantes. Ello no quiere decir que antes no se persiguiera a los homosexuales, pues aunque la ley no lo penalizaba, éstos eran objeto de maltratos, vejaciones y detenciones arbitrarias por parte de la policía o de grupos falangistas.
Las modificaciones de la ley
iban dirigidas contra los homosexuales, señalando que debían ser apartados del
resto de reclusos: “A
los homosexuales… a los que … exploten menores de edad, enfermos o
lisiados, se les aplicarán para que las cumplan todas sucesivamente, las
medidas siguientes:
a) Internado en un establecimiento de trabajo o
colonia agrícola. Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad
deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con
absoluta separación de los demás."
El resto de la Ley de Vagos y Maleantes es el
mismo vigente desde 1933 que incluye los trabajos forzados, verdaderos
campos de concentración y estuvo vigente hasta que se aprobó el 5 de agosto de
1970 La ley sobre peligrosidad y rehabilitación social.
III LA TRANSEXUALIDAD BAJO
EL FRANQUISMO
El franquismo no
diferenciaba homosexualidad de transexualidad, pero su odio hacia lo que
llamaban la feminización de la masculinidad era extremo.
Nadie como las personas
transgénero sufrieron la terrible represión del franquismo. Se considera que
gran parte de los represaliados lo eran, por el simple hecho de
visualizarse, pues ser transexual era un delito. También por la marginalidad en
que la dictadura les obligaba vivir. La Guerra Civil
significó el cierre de todos los locales en los que podían acudir. Salir con
ropas del "sexo opuesto" a las calles podía significar palizas,
detenciones y todo tipo de humillaciones públicas
En aquellos lugares donde
aun existía una cierta tradición (Cádiz, Valencia o Barcelona) poco a poco y
con discreción podían visualizarse. En el Puerto de Santa María o Sanlúcar, en
los barrios marítimos de Valencia o en el Barrio Chino barcelonés eran lugares
por los que con relativa dificultad podían circular.
Su futuro en la España de Franco era
emigrar, un destino poco halagüeño. Podían aspirar a entrar en el mundo del espectáculo, a
limpiar hogares, con mucha suerte tener
una pareja o ser trabajadoras del sexo.
Uno de los principales
instigadores de este odio hacia personas transexuales y homosexuales fue el
presidente del gobierno Carrero Blanco. Para él, el que un joven se dejara el
pelo largo ya era un síntoma de "afeminamiento, para este político los
Beatles eran unos "melenudos maricas".
El fue el promotor de la ley de Peligrosidad Social. No distinguía, todos eran
invertidos, maricas. Enrique Rubio, excelsa pluma defensora de
valores patrios, se refería a las personas transgénero como "maricas disfrazados de mujeres".(4)
Es justamente esta época en
la que empiezan a salir a la calle en muchas ciudades. Y es aquí donde la
corrupta policía franquista aparece. Los locales en los que actuaban pagaban
para no ser molestados, las trabajadoras del sexo estaban bajo el control de
redes de proxenetas asociados a la policía. Pero aun así ésta actuaba,
organizaba redadas, que acababan con palizas, broncas e insultos y el
peligro de pasar a manos de la justicia.
Médicos
y farmacéuticos antepusieron su ideología a la necesidad de atención
en una época en la que ya se estaban atendiendo a personas trans en otros
países. En otros casos se beneficiaron de los desconocimientos de
las incautas que acudieron a ellos. La desesperación llevó
a muchas personas al suicidio. Las más atrevidas pudieron viajar
al extranjero para lograr la ansiada cirugía pero a la
vuelta la justicia les negaba el cambio de nombre por "fraude a la
naturaleza".
El resurgimiento del movimiento de liberación LGTB fue gran medida gracias a las personas transgénero. En Stonewall o en la manifestación de Barcelona en 1977 ellas fueron las protagonistas. Pero tras la despenalización de la homosexualidad se olvidaron de las personas trans.
IV LESBIANAS EN EL RÉGIMEN DE FRANCO
La función de la mujer bajo
el franquismo era la de dar placer e hijos al hombre, ser el ama de casa y una
buena madre de familia. No tenía sexualidad, ni se podía hablar de ello.
Para el franquismo la idea
de que dos mujeres podían sentir satisfacción manteniendo sexo entre ellas era
inadmisible. La mujer debía ser sumisa y jugar un papel pasivo en el sexo
evitando demostrar placer. Los hombres homosexuales tenían mas o menos
conciencia de su condición, la mujeres raramente. Las lesbianas no existían, no
se hablaba de ello. Sufrían una doble discriminación: por ser mujeres y por ser
lesbianas. El silencio y la ignorancia era la característica.
Esto sucedía en un régimen
que tenía como guardianas de la moral y las buenas costumbres a una
división de mujeres solteras, uniformadas, como la Sección Femenina.
Eran un semillero de lesbianas en
potencia según Fernando Olmeda (5). Un grupo marcial de mujeres que
enseñaban a las jóvenes aquello que ellas no practicaban: a ser femeninas, a
coser y cantar, a realizar las labores del hogar y a ser sumisas ante el varón.
Se trataba de una represión ideológica. La Sección Femenina
era un arma utilizada por el Gobierno y la Iglesia , que calificaba de borrachas, pecadoras o
perversas a quienes no se adaptaban a las normas establecidas.
En este estado de cosas las
lesbianas no tenían referentes, las últimas conocidas habían abandonado España
al final de la Guerra
Civil. Muchas no llegaron a comprender la naturaleza de sus
deseos y sentimientos llevándolas a una situación de desesperanza
motivada por la vergüenza, la ignorancia y sentimiento de culpa. Se creían
diferentes, pero vivían en las catacumbas, en la más absoluta soledad.
Paulina Blanco, Fundació
Enllaç, nos cuenta su experiencia: "Yo
descubrí mi homosexualidad en la adolescencia y me supuso un altísimo nivel de
soledad, de tristeza, de no saber qué hacer, no poner nombre a lo que yo sentía
porque no sabía lo que era aquello, no tener referentes, no poder comunicarlo a
nadie. Me refugié en los estudios y fueron la salvación, hasta que conocí en un
pueblo de Cáceres a Encarnita, con quien comparto la vida desde el año
1972." (6)
Los homosexuales masculinos lograron crear lugares de encuentro (parques, bares, urinarios..) con mas dificultades se podían encontrar publicaciones en los que se hablaba de la homosexualidad. Esto no ocurría con las mujeres. Pero la invisibilidad permitía que dos mujeres vivieran juntas, sin que nadie murmurara por ello. Podían dormir juntas, pero desde un desconocimiento absoluto de la sexualidad femenina y empezando a pensar que lo que hacían era pecado, era perverso. Boti García Rodrigo, ex-presidenta de
V LA CENSURA DURANTE LA DICTADURA DEL
GENERAL FRANCO: UN AMOR FORA CIUTAT
El régimen del General
Franco usó todos sus medios para perseguir la homosexualidad, la censura fue
una de ellas. Un ejemplo fue esta novela de Manuel de Pedrolo.
Este autor en 1959
escribía "Un amor fora ciutat", en él contaba la historia
paralela de dos homosexuales que se confiesan a sus esposas. Corren los años 50
y, en España, la homosexualidad es un delito. Pedrolo presenta una realidad que
se daba, la de los matrimonios como tapadera y la profunda infelicidad que se
producía por ambas partes.
La novela no condena la
actitud de sus dos protagonistas, presenta unas realidades familiares
asfixiantes. Nos cuenta dos historias paralelas, dos personajes que viven al
límite. El autor nos muestra como intentan superarlo. El libro escrito en 1959
y tardó 11 años en publicarse. Finalmente, y previa autocensura, se publica en
1970, inmediatamente el libro fue secuestrado.
El censor elogia el valor
literario de la obra, pero señala que es “un
grave aspecto de peligrosidad social por cuanto que el fondo no sólo se
disculpa, o mejor, se exculpa el homosexualismo, sino que lejos de presentarnos
el pecado contra natura como objeto de horror y de execración, viene a
afirmarse por el protagonista, que es el homosexual, que tal anormalidad
responde a una tendencia irreprimible de la que es casi imposible evadirse, y
que por tanto el verdadero homosexual, que no puede confundirse con el
“marica”, pues por el contrario afirma siempre su virilidad, es más digno de
compasión misericordiosa que de execración..., consideramos a esta de
gravemente peligrosa y en todo caso como atentatoria a la moral pública,
conforme a la reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre el
homosexualismo..." (7)
Fue procesado por el Tribunal de Orden Público acusado de escándalo público. Vive dos años de incertidumbre, la prensa amordazada y dócil lo ignora. Como los personajes de sus obras está a límite y debe luchar por su libertad o renunciar a ella. El juicio fue a puerta cerrada dos años mas tarde y Pedrolo fue absuelto. Al final la obra se pudo publicar 14 años mas tarde.
Manuel de Pedrolo
(1918-1990) fue uno de los autores mas censurados por la dictadura. Tenía todos
los alicientes que gustaban a los censores: catalanismo, opiniones
políticas, religión, moral sexual y "lenguaje indecoroso". Su obra en
catalán ha sido traducida a 20 idiomas.
VI LEY SOBRE PELIGROSIDAD Y REHABILITACIÓN SEXUAL
"Se trata de formar hombres, no maricas, y esos
melenudos trepidantes que algunas veces se ven no sirven ni con mucho
este fin" Luís Carrero Blanco, Presidente de Gobierno,
España. (8)
Mientras los distintos
estados democráticos iban despenalizando las relaciones homosexuales, España
elaboraba una de las leyes más represoras del siglo XX.
A finales de los años 60 se
vivía un ambiente de liberación sexual que no gustaba a las mentalidades
carpetovetónicas que gobernaban el país. La mayoría de países estaban
despenalizando la homosexualidad, en nuestro país las personas trans, al
igual que las lesbianas y gais, eran cada vez mas conscientes de su
identidad y orientación, y luchaban para salir a la calle y visualizarse. La
juventud masculina se dejaba crecer el pelo, las chicas dejaron las faldas para
ponerse pantalones. El franquismo creía que esto iba acabar con las esencias
patrias.
Y como suele ocurrir en
nuestra historia en lugar de optar por la apertura o la reforma, al grito de
"Santiago y cierra España" optaron por una de las leyes mas
retrógradas y represivas en contra de la homosexualidad, la Ley Sobre Peligrosidad y Rehabilitación
Social, como siempre recuerdo que no distinguían entre homosexualidad y
transexualidad.
Para su elaboración se
apuntaron entusiásticamente juristas de dudoso prestigio. Uno de
ellos fue el juez destinado en Barcelona, Antonio Sabater Tomás,
tristemente célebre por sus ensañadas sentencias homófobas y por la autoría de
un buen número de publicaciones en las que relacionaba delincuencia con
homosexualidad.
El proyecto de ley incluía
a "la mendicidad, la
homosexualidad, el vandalismo, el tráfico y consumo de drogas, la venta de
pornografía, la prostitución, el proxenetismo, los inmigrantes ilegales y a
cualquiera que fuera considerado peligroso moral o socialmente por el régimen".
La diferencia con las leyes anteriores es que condenaba por ser, no por hacer.
Es decir, esta ley podía condenar a una persona por el simple hecho de ser
homosexual. Mas allá de un vicio, una enfermedad o una perversión para el
tardofranquismo la homosexualidad en sí era un delito. "Ha de ser un código preventivo, de
prevención del delito". Luís Gómez de Aranda, Decano de la Facultad de Derecho,
Madrid.
Según Alberto Mira (9) esta ley "era un ejemplo nefasto de legislación franquista, que evoca tolerancia irracional y los terrores de disgregación social que forman parte central del imaginario del régimen". Mientras la comunidad científica debatía sobre si la homosexualidad era una enfermedad mental, en 1973 en España se consideró todo lo contrario y endureció la represión homofóbica. Hasta entonces los homosexuales eran el paradigma del mal, unos perversos agentes del diablo, a partir de esta ley eran además unos enfermos que debían ser internados para su cura y rehabilitación. El proyecto redactado por Antonio Sabater Tomás condenaba directamente a los homosexuales. Era una ley "preventiva”, pero una ley clasista que perseguía principalmente a personas de las clases mas bajas.
En esta época se creó en Barcelona AGHOIS, fundado por Armand de Fluvià i Francesc Francino. Su gran objetivo fue luchar contra esta ley. Obtuvieron la importante ayuda del grupo homofílico francés Arcadie, editaron un boletín con el mismo nombre y movilizaron parte de la opinión pública, dentro y fuera de España. Un periódico madrileño llegó a calificar la ley como desafortunada, el "procurador en cortes" Manuel Fanjul la calificó como un fraude y
Gracias a las presiones el
redactado final se suavizó, al final penalizó a "los que realicen actos de homosexualidad". Aunque
eliminaba la condena directa a la homosexualidad, el texto era ambiguo y en la
práctica sirvió para que los jueces lo interpretaran según su propia ideología.
Así una persona que confesara ser homosexual o alguien que estuviera en un bar
de "ambiente" podía verse envuelto en un proceso según el juez de
turno. Una ley con una formulación tan difusa dio pié a actuaciones arbitrarias
por parte de policía y jueces. Se considera que fruto de ella 5.000 personas
fueron represaliadas, muchos de ellos por ser homosexuales. Esto en un
período de menos de diez años.
El detenido no se le consideraba jurídicamente un delincuente, por ello no se le permitía un abogado defensor. Un tribunal compuesto por un juez, un fiscal y un forense dictaba una condena "hasta la desaparición de la peligrosidad". La sentencia podía ser de tres meses a cuatro años, más el destierro a la salida y un expediente de penales que marcaría a los represaliados. Los centros destinatarios eran los de Huelva (homosexuales activos) y Badajoz (pasivos). Centros que quedaron pequeños inmediatamente por lo que normalmente eran enviados a centros penitenciaron junto a los presos comunes.
Se actuó principalmente
contra personas de un extracto social bajo, siendo los trabajadores sexuales y
las personas transgénero quienes mas sufrieron el peso de la ley. Es necesario
recordar que el franquismo no diferenciaba entre homosexuales o transexuales.
El periodista Enrique Rubio decía "...han
oído hablar de travestis, gais, de lo que en castellano puro se llama
maricas o, finalmente, homosexuales"...
Un testimonio refleja la situación en que vivieron las personas LGTB durante estos años, es el de Anastasia Rampova, artista de cabaret. Lo cuenta Fernando Olmeda (1): "Conocí un hombre cerca de las Ramblas y acordamos ir al cine Princesa. Después de manosearme decide abandonarme. Al salir me lo encuentro en el vestíbulo. Me agarra por las axilas, me llama maricona de mierda y me tira violentamente al suelo. Se saca las esposas, se identifica como policía y me arrastra por
Cuando finalmente la ley fue derogada los expedientes de las personas juzgadas no se destruyeron, pues no hubo amnistía para ellos. Gracias a la labor de
VII LA HOMOSEXUALIDAD BAJO EL RÉGIMEN
DEL GENERAL FRANCO: EL EJÉRCITO.
La España de la posguerra era
un país "castrense y castrado", dominado por
la rigidez fascista y la moral ultrareligiosa. El sexo estaba
prohibido y la homosexualidad no existía. Los hombres o eran machos o eran
"maricas", no había términos medios.
.
El primer código que condenó
"los actos deshonestos" fue el de Justicia Militar,
especialmente en su artículo 352, en él las relaciones homosexuales se
consideraban un delito contra el honor castrense. El castigo iba de 6 meses a 6
años de prisión militar y la expulsión del ejército. Muchos militares preferían
suicidarse antes de caer en el "deshonor" y el descrédito social.
Este artículo se estuvo aplicando hasta entrados los años 80, el que un soldado de reemplazo tuviera relaciones homosexuales fuera del cuartel podía significar su procesamiento por la vía militar. El insinuarse y ser delatado o tener relaciones homosexuales en el cuartel podía ser gravemente penalizado.
La exaltación del macho,
dentro del ejército y especialmente la legión, llegaba a la exageración. Al
igual que en la Alemania nazi esta exaltación no estaba exenta de un
evidente homoeritismo, que incluso se evidenció en films como "A mi la
legión" (1942) o "Harka"(1941).
Fernando Olmeda(5) en su "El látigo y la pluma" nos cuenta las aventuras de muchos legionarios que en sus noches de sexo, alcohol y kif acababan teniendo sexo entre ellos, repitiéndose situaciones similares en los acuartelamientos de Nador, Villacisneros, El Aaiun o Canarias.
Para Alberto Mira (9) la virilidad castrense era sistemáticamente y explicitamente homófoba, y la camarería, santa, tenía sus límites con cualquier tipo de sentimiento homoerótico. Unos límites que dejaban este tipo de relaciones en el campo de la ambigüedad.
Ningún film como Harka muestra esta relación de camaradería entre dos hombres, llena de lirismo e incluso con guiños a un célebre militar homosexual T.E.Lawrence. Incluso la mujer aparece como un nefasto elemento que puede romper esta idílica relación de camarería.
José Luis Serrano(11) en Dos Manzanas, señala hasta cuatro momentos “deliciosamente Brokeback”, miradas entre ambos frente a una hoguera, lo celos cuando uno de ellos anuncia casarse, una abertura de armario con el dilema de elección y el recuerdo final que hacía el camarada tiene quien le ha abandonado.
El título fue polémico tras
su estreno, donde muchos interpretaron claramente de que iba el film. Su
director Carlos Arébalo vio truncada su carrera cinematográfica, por si fuera
poco su siguiente film, "Rojo y Negro" (colores de la falange) abogó
por la reconciliación nacional, este film fue prohibido.
(1) Vallejo
Nájera. Lecciones de psiquiatría, 1952.
(2) Síndrome
postencefalítico: Cambios de comportamiento residuales que se presentan tras la
recuperación de una encefalitis vírica o bacteriana. La diferencia principal
entre este trastorno y el resto de los trastornos orgánicos de personalidad es
que es a menudo reversible.
(3)
Cita procedente de Diario Público 29 diciembre, 2015
(4) Revista ¿Por Qué?, era
su director.
(5) Fernando Olmeda. El
látigo y la pluma.
(6) Cita procedente de Lesbianas en el Franquismo: “Peligrosas,
borrachas y patológicas” de María Jesús Méndez Nov 2010
(7) Texto procedente de LA CENSURA Y EL CASO DE
MANUEL DE PEDROLO, Represura: Revista de Historia Contemporánea española,
octubre 2007.
(8) Cita procedente de
Javier Tusell, El día en que voló Carrero. 14 diciembre 1998.
(9) Alberto Mira, De Sodoma
a Chueca.
(10) Fernando Olmeda, El
látigo y la pluma
(11) José Luis Serrano.
HARKA, Dos Manzanas. Enero 2010.