Luis Cernuda nace en Sevilla, el 21 de septiembre de 1902. Estudia Derecho en la Universidad de esta ciudad, donde se pone en contacto con Pedro Salinas y Manuel Altolaguirre. En 1927, publica sus primeras poesías “Perfil de aire”, puras y elegantes". En 1928, “Égloga, elegía, oda”, en estilo clásico y romántico.
Reconoce su condición de homosexual, lo que le vale severas críticas de la sociedad de su época. Sin embargo, a su amor no correspondido, Serafín le dedica los libros: “Donde habite el olvido”, (1934), un libro neorromántico, con gran influencia de Bécquer, donde revela angustiosamente su frustración por un amor no correspondido. “Placeres prohibidos”, es una abierta defensa de la homosexualidad.
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En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil, interviene en el homenaje a Valle Inclán y publica la primera edición de su obra poética completa hasta entonces, bajo el título de La realidad y el deseo. Se entera del asesinato de Federico García Lorca y le escribe una sentida elegía "A un poeta muerto (F. G. L.)", cuyos dos últimos párrafos fueron censurados. Pasó dos meses como agregado de la Embajada Española en París y vuelve a Madrid, donde se alista en el Batallón Alpino; con él es enviado a la Sierra del Guadarrama. En abril de 1937 se traslada a Valencia, donde colabora con Hora de España y publica la citada elegía a Lorca; participa allí en el II Congreso de Escritores Antifascistas, donde conoce a Octavio Paz.
Despues viene el exilio, Inglaterra, Estados Unidos y finalmente México donde le sorprende un nuevo amor, Salvador Alighieri,al que le dedica “Poemas para un cuerpo”, donde aparece ese sentimiento como experiencia feliz.También la muerte, lo espera en ese terruño, poniendo fin a su existencia el 5 de noviembre de 1963.
Si el hombre pudiera decir lo que ama es uno de los poemas de amor mas bellos que se han escrito. Un poema que "proclama ante los hombres la verdad ignorada". Y acaba con un impresionante "Si muero sin conocerte, no muero porque, porque no he vivido" Sencillamente impresionante:
"SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR..."
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando solo la verdad de su amor,
la verdad de si mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor y deseo,
yo sería aquel que imaginaba,
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oir sin escalofrío.
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mi lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.