dissabte, 17 d’agost del 2019

LA HISTORIA DEL RECTOR DE SALAMANCA ACUSADO DE YACER CON SUS PAJES.

Diego López de Zúñiga fue un rector reformador de la Universidad de Salamanca. Amigo de un grupo de sospechosos habituales como Góngora o Cervantes, su presencia en la ciudad castellana levantó envidias entre los sectores más integristas de la ciudad. 

Auto de fe, Valladolid 1559


La Salamanca de 1575 vivía en un régimen de terror donde la envidia, las delaciones, los autos de fe o las detenciones masivas frenaban cualquier avance en el progreso de la ciudad. 

Diez años antes, en mayo de 1959 tuvieron lugar dos autos de fe en la Plaza Mayor de Valladolid, la segunda presidida por el propio rey Felipe II de Castilla.
17 personas fueron quemadas vivas, junto a  los huesos de dos mas que ya habían fallecido. Con el pretexto de perseguir seguidores de Lutero, fueron quemados vivos algunos de los más importantes intelectuales del reino de Castilla. Algunos como el humanista Agustín de Cazalla, ante la amenaza de ser quemado y tras ser torturado, se tuvo que retractar de sus ideas. Sus hermanos fueron quemados vivos, su madre sacada de la tumba y tirados sus huesos a la hoguera.(1)

Este clima de terror animó a los sectores mas reaccionaros a ajustar cuentas con propios y extraños, fueran inocentes o no. La delación podía acabar con la mas brillante carrera, aunque si el acusado formaba parte de la alta nobleza tenía unos derechos que le hacían menos vulnerable, el rey siempre tenía la última palabra. Las acusaciones habituales eran de herejía o sodomía. De las primeras, la Inquisición tenía plenas competencias, de las segundas las autoridades civiles. En Castilla a diferencia de los reinos de la Corona de Aragón, las leyes con el pecado nefando era durísimas y competían a la justicia civil. 

Diego López de Zuñiga y Sotomayor era miembro de una poderosa familia, hermano del duque de Béjar y tío del de Medina Sidonia, le hacían un noble intocable. Pero los sectores mas fundamentalistas de la ciudad desconfiaban de él. Los dominicos y el obispo de Salamanca hablaban de los "excesos de don Diego y su modo de vivir". Estos solicitaron al rey poder iniciar la investigación, hecho que les fue concedido con la orden de absoluta discreción. 

Pronto tomaron declaración a los delatores, muchos de ellos enemigos declarados del Rector. Por ejemplo un fraile que aspiraba a la cátedra de Teología y no había sido aceptado. Como fiscal nombraron a un dominico, Domingo de Guzmán por si fuera poco, mas interesado en corroborar su culpabilidad, que en conocer la verdad. Los datos que dieron estos señalaron al rector como un hombre afeminado, que se rodeaba siempre de bellos estudiantes a los que promocionaba, que le gustaba dormir con sus pajes y había acosado a más de un bello mancebo. Declaraciones interesadas y de oídas. 

Con estos datos el rey permitió su detención, señalando que se tuvieran en cuenta su condición de capellán y miembro de una ilustre familia. En las declaraciones lo negó todo y señaló la falta de pruebas. En las declaraciones, el estudiante supuestamente acosado lo negó, explicó que le dolía la espalda y Don Diego le dio un masaje a petición suya. Los pajes, temerosos de los métodos de los alguaciles, cantaron todo lo que el tribunas quería oír. Eso si todo de oídas y nada concreto. La clave era encontrar a los dos pajes que supuestamente habían dormido con él, pero estos temerosos de lo que les podía pasar, se dieron a la fuga. 

Auto de fe en la Castilla del siglo XVII


Así cuando se llegó a juicio el único testimonio fehaciente era el del fraile delator, fr Pedro de Fonseca, había fallecido y los pajes estaban desaparecidos. En un juicio normal no se habrían seguido tantas precauciones, pero don Diego era de una familia poderosa que presionaba al rey. Y así se alargó en el tiempo, hasta que el rector enfermó. El rey para evitar su fallecimiento ordenó su internamiento en varios Monasterios, hasta que muchos años despues fue puesto en libertad por falta de pruebas en 1583. La familia agradeció al rey el hecho, señalando su inquebrantable adhesión. 

"El precio que pagó don Diego por su aparente delito fue ser despojado del cargo de rector de Salamanca, perder sus privilegios, haber estado preso durante años y tener que vivir recogido y dependiente de su hermano hasta el fin de sus días en Béjar" (2)

Esta es una historia más de como en Castilla se fueron acallando las voces de las mentes mas libres, cayendo en un precipicio de miseria a mayor gloria de los Grandes que jamás movieron un dedo para su progreso. 

(1) El hereja, Miguel Delibes.
(2) Pícaros y homosexuales en la España Moderna. M Peña Díaz y F. Bruquetas, Randon House Mondadori, Debolsillo. 

divendres, 9 d’agost del 2019

VEN A VIVIR CONMIGO Y SÉ MI AMOR... MARLOWE

Poema de Christopher Marlowe (1564-1593), dirigido a un joven del que estaba enamorado. A pesar de las evidencias, aun hoy muchos "estudiosos" dicen que iba dirigido a una ninfa. (En caso de duda, heterosexuales todos).

El pastor apasionado por su amor.


Para ampliar información sobre este autor:  
http://leopoldest.blogspot.com/2014/12/christopher-marlowe-entre-la-pasion-y.html

Virgilio inspiró buena parte de la poesía pastoril del renacimiento inglés. Richard Barnfield (1534-1620), William Shakespeare (1564-1616) y el propio Marlowe fueron sus mejores y brillantes autores. Obra que a veces se confunde en su autoria, como la verdadera relación entre el odio y el amor entre ambos.

Este último fue traductor al ingés de Ovidio y Virgilio, fuente de inspiración de su obra poética. Alberto Mira (1) señala que su poema "Come live with me and be my love" está inspirado en la seducción de Alexis por parte de Coryndon en la segunda égloga de Virgilio. Poema ambiguo que traducido al castellano "My Love" se traduce habitualmente como mi amada y no "mi amor" de forma evidentemente interesada. Esto se sigue realizando hoy, a pesar de la airada protesta que "my love" (W. Raleigh) realizó al ver publicado el poema ya en su vejez.

La versión de este poema, conocido en castellano como EL PASTOR APASIONADO POR SU AMOR,  es mucho más ambigua que la obra original; pero hay una constante en su obra, los jóvenes fascinados por la promesa de regalos, narcisistas y coquetones, les gusta ir desnudos, para ser observados y proclamar el triunfo de su belleza. "Cuanto más florido y más femenino sea su aparejo. más parece creer Marlowe que el joven está dispuesto a ser desvestido" (2)

El poema no fue publicado en vida del poeta y dramaturgo inglés, fue en 1599 años después de su muerte. W. Raleigh, el joven aludido en la égloga, entró en cólera, pues ya mayor poco quería que se conocieran sus andanzas de juventud, aquellos años en que "un cinturón de paja, unos brotes de hiedra, con broches de coral, unos botones de ámbar o unas hermosas zapatillas forradas para el frío y con hebillas de oro purísimo podían conmoverle.



EL PASTOR APASIONADO POR SU AMOR

Ven a vivir conmigo y sé mi amor,
y probaremos todos los placeres
que producen los valles, los bosquecillos, las colinas y los campos,
el bosque o la montaña empinada.

Y nos sentaremos en las rocas,
veremos a los pastores alimentar sus rebaños
por ríos poco profundos, en cuyas cascadas
pájaros melodiosos cantan madrigales.

Y te haré cama de rosas,
y un millar de ramilletes fragantes,
una gorra de flores y una túnica,
todos bordados con hojas de mirto.

Un vestido hecho de la lana más fina
De cuál de nuestros hermosos corderos sacaremos,
hermosas zapatillas forradas para el frío,
con hebillas de oro purísimo.

Un cinturón de paja y brotes de hiedra,
con broches de coral y botones de ámbar,
y si estos placeres te pueden conmover,
ven a vivir conmigo y sé mi amor.

El joven pastor bailará y cantará
para tu deleite cada mañana de mayo.
Si estas delicias para tu mente pueden conmoverte
entonces vive conmigo y sé mi amor. (3)

(1) Alberto Mira. Para entendernos.
(2) Gregory Woods, Historia de la literatura gay. Ed AKAL:

dimecres, 7 d’agost del 2019

ABENÁMAR, EL POETA QUE PUDO SER REY

"-¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería,
el día que tú naciste grandes señales había!"


Abū Bakr Muḥammad ibn ˁAmmār, también conocido como Abenámar (1031-1086), fue un poeta andalusí, amante del rey Al-mutamid y visir de la Taifa de Sevilla.



Gran jugador de ajedrez, de origen humilde, aventurero, poeta y conspirador enamoró al joven príncipe Al Mutamid mucho más joven. Una vez este fue rey, lo nombró taifa de Sevilla. Planeando la conquista de Murcia, fue enviado él por su amate, pero una vez ocupado el reino, Abenámar se nombró rey, rompiendo la confianza de su amante.

AL REY AL-MUTAMID

Te abrazaba la cintura tierna
bebía de tu boca el agua clara.

Yo me contentaba con lo permitido
pero tu querías aquello que lo no es.

Expondré aquello que ocultas:
Oh, gloria de la caballería ¡¡
defendiste las aldeas,
pero violaste a las personas. (
1)

Los excesos en el poder rebelaron a la población, marchando a Toledo donde conoció al leonés Alfonso VI, la leyenda dice que fue Abenámar quien convenció al conquistador de Toledo, para que no atacase Sevilla. Fue después de una partida de ajedrez. Su estada en esta ciudad duró poco, debió huir primero a Madrid, luego a Zaragoza donde fue recibido en olor de multitudes, allí conoció al célebre mercenario conocido como el Cid Campeador. Nombrado visir, pronto sus excesos con el vino y el sexo pusieron la población en contra suyo. Entonces escribió a su amante pidiendo clemencia:

...Al recordar el tiempo de mi juventud, es como si se encendiese
el fuego del amor en el pecho.
Aquellas noches en que no hacía caso de la sensatez del consejo
y seguía los errores de los alocados;
condené al insomnio a los párpados somnolientos
y recogí el tormento de las tiernas ramas...
.(1)



Pero enterado el rey de Sevilla de una nueva conspiración de su amante, mandó encerrarlo en una celda, allí lo ejecutó con sus propias manos.

Escogimos el jardín como vecino y nos visitaba con sus regalos
que traían las manos de las suaves brisas;
nos enviaba su aliento y se lo devolvíamos aún más perfumado,
y con más suave brisa;
la brisa, en su ir y venir, parecía una chismosa,
que llevase y trajese maledicencia;
el sol nos daba de beber.
¿Quién ha visto el sol en mitad de la negra noche, sino nosotros?


Ibn Ammar representa uno de los poetas andalusís que mejor dominaron el arte del gazal homoerótico. Por desgracia se le conoce más por un poema fronterizo del siglo XV, (hay confusión sei se refiere a él o a tro Abenamar) que su bellísima obra poética del siglo XI.


Mas

divendres, 2 d’agost del 2019

HOMOSEXUALES Y TRANSEXUALES BAJO EL FRANQUISMO. (II PARTE)

El régimen fascista del general Franco fue homófobo, misógino y machista; cierto, pero ante todo clasista, cuando se trataba de los suyos, miraba hacia otra parte. En esta entrada intentaré aproximarme a ello.

Franco y Millán Astray, los novios de la muerte


Ilustres personas que llegaron a defender posturas republicanas, pudieron sobrevivir sin problemas con una simple adhesión al nuevo régimen. Este seria el caso de Jacinto Benavente o Rafael de León. En el mundo del espectáculo podemos ver a Modesto Mangas (Madame Artur), el bailarín Antonio o el cantante donostiarra Luis Mariano. Mientras García Lorca estaba enterrado en una cuneta, o Miguel de Molina, Margarita Xirgu o Luis Cernuda marchaban al exilio para salvar sus vidas.

La doble moral imperaba, debías aparentar ser nacional-católico de día, para poder ser pecador de noche, pero el pecado a más discreto, más tolerado. Mientras se reprimía a la población en los barrios bajos, las fiestas infinitas en los altos se realizaban con absoluta libertad.

Alberto Mira (1) comenta:

"El sistema represivo franquista no se dirige contra los sentimientos, sino contra una manifestación muy concreta de estos sentimientos que contiene un elemento erótico de género explícito. Así se permitía la expresión de  formas de afectividad entre hombres, siempre que la sospecha de erotismo quedase alejada."



El ejército era el mayor símbolo de esta masculinidad hispana. En el ámbito cuartelario cualquier atisbo de feminidad era terriblemente criticado. Así los motes que ponían a presos, compañeros o al mismo general Franco: Paco la Culona o Miss Canarias 1936. La España de la postguerra no tenía una ley que penalizara las relaciones homosexuales, salvo en el código militar, aunque fue en este ámbito donde los límites entre camaradería y deseo homoerótico a ves fueron difíciles de separar. Juan Soto en "Un hombre llamado Katy" nos cuenta las largas noches con legionarios y regulares con los que la orgía seguía tras marchar las mujeres, o su relación con un oficial de Melilla conocido como "la capitana"

El nombre feminizado de oficiales del ejército, tenía su continuidad en los funcionarios de prisiones. Sádicos semianalfabetos llenos de odio que disfrutaban torturando a los reclusos. Es el caso de la "Marquesona" del penal de Quero (Toledo), o la Jesusa del Penal de Ocaña. Al primero se le describió así:

""De unos treinta y ocho años, alto y de complexión fuerte, rubio, pelo rizado y andares muy afeminados. Asesino y degenerado de la peor calaña... Ejecutor material de palizas y tormentos a nuestros camaradas. Decía que le gustaba pegar más con las manos que con los palos, pues así podía sentir la sangre de los rojos en sus manos" (2)

La exaltación de la masculinidad era el signo de los vencedores, y esto se reflejaba en la publicidad y el cine, con un evidente homoerotismo. Harka es un buen ejemplo entre la relación entre los dos "amigos" deja en un plano muy discreto a la novia de uno de ellos.. Fernando Olmeda comenta: "A la vez que la falange presentaba a la homosexualidad como una práctica desvilizadora, toda su estética era homoerótica, basada en el modelo homoerótico,,,"  (2)

Este autor cuenta como importantes jerarcas falangistas se hacían acompañar de bellos efebos disfrazados de falangistas, o realizaban redadas para luego llevarlos a sus fiestas para "amenizarlas. "Todo tenia arreglo en la España de Franco" 

"Con Franco yo llevaba más joyas y más pieles, y me dio una medalla." Madame Arthur 


Acceso a la 1ª Parte:

Lesbianas bajo el franquismo:

(1) Alberto Mira, De Sodoma a Chueca. Ed Egales
(2) El látigo y la pluma. Fernando Olmedo. Ed Oberon,