Pedro IV, Condestable de Portugal, reinó apenas 3 años durante la Guerra Civil entre Catalunya y el rey Juan II, a mediados del siglo XV. Su paso por Catalunya se caracterizó por una feroz persecución de la herejía y la sodomía.
En 1461 moría el primogénito de Juan II, Carlos de Viana, posiblemente envenenado por la familia de la segunda esposa de este rey, la ambiciosa familia Enríquez, para facilitar la sucesión al trono del segundo hijo de este rey, Fernando el Católico.
La nobleza y el clero catalán se revelaron contra este rey y provocaron que las instituciones catalanas nombraran a Enrique IV de Castilla. Éste renunciaba en 1463 y entonces nombraban rey al Condestable de Portugal con el título de Pedro IV. Ni la burguesía, ni la levantisca "pagesía de remensa" aceptaban de buen grado este nombramiento por razones distintas.
Pedro IV era un hombre aparentemente culto y refinado, según algunos historiadores, para la mayoría un estratega desastroso, pocos señalan que era un fundamentalista religioso. En su haber está el encargo del espectacular Retablo de Condestable (Retaule del Conestable) de Jaume Huguet (1964). En su contra, quiso lograr el cielo eliminando cualquier vestigio de herejía o sodomía en Catalunya.
Este retablo puede observarse en la Capella de Santa Àgata (Museu de la Ciutat, Barcelona) |
La Corona de Aragón no se caracterizó por una persecución sistemática de los llamados "crímenes de sodomía". Ni las Constituciones Catalanas, ni los fueros aragoneses o valencianos lo contemplaban como delito, si algunos fueros locales y sobre todo el derecho canónigo, integrado en el cuerpo jurídico medieval.
En tiempos de Jaume II se vivió una época de cierta persecución, seguramente mas por motivos políticos (eliminación de rivales incómodos como el Conde de Empuries o la incautación de bienes templarios), que religiosos. Pere el Ceremoniós intercedió para salvar a varios reos. Con la llegada del Condestable todo cambió.
Su breve reinado se caracterizó por una brutal persecución de lo que él consideraba la inmoralidad. Según Jaume Riera (Sodomites Catalans):
"Quería aparecer como buen gobernante, y para obtener el auxilio de la divinidad, programó la limpieza de sodomitas, bígamos, blasfemos, adúlteros y nigromantes"
Para ello favoreció la recompensa a delatores que le permitieron realizar una implacable persecución de cualquier vestigio de inmoralidad, especialmente contra los sodomitas. Las denuncias afectaron a todas las clases sociales, incluso afectó a un conseller de la ciudad de Barcelona llamado Joan de Llobera que además era clérigo. Lo que le llevó a un enfrentamiento con la iglesia y el gobierno de Barcelona.
El juicio contra el conseller estuvo envuelto de tensiones, la iglesia y los restantes consellers presionaban a su favor, el rey les tiraba por cara que defensaran a un practicante del pecado nefando mas que a los ladrones de la ciudad. Finalmente fue ahorcado y quemado su cadáver, por primera vez se realizó dentro de la ciudad para mayor terror y escarmiento público.
Durante su breve reinado de ejecutaron entre 6 y 10 reos acusados de sodomía, una campaña tan feroz no volvería a aparecer hasta entrado el siglo XVI y una vez la Inquisición tuvo competencias para perseguir a los sodomitas.
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