Como he recordado en la primera parte, durante los 30 primeros años del siglo XX muchos intelectuales optaron por desacreditar cualquier apariencia de homosexualidad en sus rivales políticos o intelectuales, usaron ura práctica muy extendida en la literatura hispánica: lainjuria homofóbica.
Durante la Guerra Civil española los distintos bandos intentaron desacreditar al contrario utilizando la supuesta homosexualidad de los contrarios. García Lorca o José Antonio fueron blancos fáciles para señalar lo perversos que eran los contrarios. También acusaron a Manuel Azaña.
Intelectuales españoles frente la homosexualidad. Ramón Gómez de la Serna:"El alma de los maricas está deshecha y no consiente ninguna idea entera. Se debe pensar para no acabarse de fiar de ellos que han cometido la mayor bajeza, y que, por lo tanto, ya no les queda que respetar nada si no es aparentemente."
Pasados mas de 75 años del asesinato de Federico García Lorca periódicos como el ABC o la Razón raramente citan su homosexualidad, cómo si este hecho fuera ajeno a su poesía. Incluso cuando citan los "Sonetos de Amor Oscuro" suelen insinuar que van dirigidos a una mujer. El mismo Vicente Aleixandre se sorprendía en 1983 sobre cómo se evitaba este término, pues para él "había que aceptar en Lorca al hombre entero", y planteaba que "no se puede comprender su obra sin tener en cuenta su homosexualidad".
Durante el franquismo la homosexualidad se consideraba una enfermedad y el homosexual un pervertido. El régimen franquista se basaba en la moral católica ultraconservadora que la consideraba aberrante y contraria a la ley natural. El homosexual era considerado una amenaza para el prototipo de "varón macho falangista" y era tratado como un delincuente enfermo, como los violadores o los infanticidas.
Nadie como las personas transexuales sufrieron la terrible represión del franquismo. Se considera que la mayor parte de los 5000 represaliados lo eran, por el simple hecho de visualizarse, pues ser transexual era un delito.
La Guerra Civil significó el cierre de todos los locales en los que podían acudir. Salir con ropas del "sexo opuesto" a las calles podía significar palizas, detenciones y todo tipo de humillaciones públicas. El franquismo no distinguía homosexualidad de transexualidad, una persona trans visualizaba aquello a lo que el fascismo reinante mas temía "el afeminamiento de la especie".
Los hombres homosexuales tenían mas o menos conciencia de su condición, la mujeres raramente. Las lesbianas no existían, no se hablaba de ello. Sufrían una doble discriminación: por ser mujeres y por ser lesbianas.
En 1959 Manuel de Pedrolo escribía "Un amor fora ciutat", en él contaba la historia paralela de dos homosexuales que se confiesan a sus esposas. Corren los años 50 y, en España, la homosexualidad es un delito. Pedrolo presenta una realidad que se daba, la de los matrimonios como tapadera y la profunda infelicidad que se producia por ambas partes.
El poeta Julio Mariscal (1922-1977) optó por el aislamiento, por un lento y terrible suicidio. Queda huérfano a los 11 años de edad, siendo desde entonces su gran refugio afectivo su madre, a la cual veneraba, ella será su refugio, pero también la causa de la negación de su propia sexualidad y de una exagerada religiosidad.
Al nacer, me inscribieron en el registro civil como mujer, porque ya desde el principio se dieron cuenta de que mis partes no eran normales y nadie sabía bien si era hombre o mujer. ‘Si es mujer no hará la mili. Si la ponemos como hombre la harán desnudarse para tallarla en el cuartel y se morirá de vergüenza de que la vean los demás, todos le dirán cosas.’” (Giménez Bartlett 2011: 83)
Muchas gracias por el post. Me encanta tu blog. Un saludo.
ResponElimina¡Emocionante! Muchas gracias por estar "a pié de calle".
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