El movimiento decadentista español tuvo una gran época de esplendor durante los primeros años del siglo XX, pero la dictadura franquista los borró del mapa.
Pepito Zamora, figurinista y diseñador, Antonio de Hoyos, marqués de Vivent, Antonio Juez Nieto, pintor y dibujante, Ismael Smith, pintor, Néstor Martín Fernández, pintor canario y Álvaro Retana, el novelista más guapo del mundo, formaron parte de un nutrido grupo de autores camp y decadentistas que brillaron antes de la Guerra Civil. Tras ella, unos emigraron, otros vivieron el exilio interior y otros fueron a la cárcel y murieron en ellas. El franquismo borró su huella y aún hoy sufren el desprecio de de eruditos y estudiosos de prestigio.
Este movimiento tenía muchos elementos en común con el dandismo. Son individualistas, amantes de todo tipo de placer, refinados y elegantes hasta la exageración, también eran dados a títulos rimbombantes y a veces aristocráticos Según Alberto Mira “ El decadentismo también acomoda al disidente sexual en uno de sus tipos sociales más característicos. Si el personaje preferido por los románticos era el joven rebelde, los decadentistas en España hacen uso del nuevo estereotipo del dandi. El programa del dandi wildeano puede resumirse en un plan fundamental: el hombre debe disfrutar de cada momento de la experiencia, probar todos los frutos del árbol de la vida” (1)
El más conocido de todos fue Álvaro Retana Ramírez de Arellano. Nació en Filipinas (Batangas) en el año 1890, aunque relataba que, en realidad, lo había hecho en el mar, frente a Ceilán, cuando sus padres viajaban de viaje de novios, una narración que encaja de forma perfecta en la extravagancia del personaje. Era de familia influyente, ya que su padre, Wenceslao Retana, fue escritor y gobernador civil en varias provincias. Vivió la bohemia de París y Madrid, y puede ser considerado un claro exponente del Decadentismo en la literatura española. Pero Retana destacó en muchos campos y no sólo literarios. En el periodismo comenzó en El Heraldo de Madrid, escribiendo crónicas, saturadas de humor, desde 1911, con el pseudónimo de Claudina Regnier. A partir de entonces, colaboró en infinidad de publicaciones, incluida alguna sudamericana.
Nuestro protagonista también fue músico, siendo uno de los responsables de la introducción del jazz en España. Escribió letras de cuplés, tonadillas y fados, fue autor de grandes éxitos como el “Ven y ven” “Las tardes del Ritz” o “Batallón de modistillas” que popularizó la cupletista “La Goya” y más tarde Sara Montiel. Como dibujante y modisto diseñó vestidos para bailarinas y vedettes. En ese ambiente reinó y fue amigo de casi todas las estrellas del género de la revista de los años veinte y treinta. De una de esas figuras tuvo un hijo.
En 1917 publica Al borde del pecado, una novela que inicia una serie de obras dedicadas a retratar la sociedad galante y frívola de Madrid y donde podemos descubrir la existencia de una vida gay y bisexual en la capital de España que no es muy conocida. Ese ciclo de obras está representado por, Los extravíos de Tony (1919), Las “locas” de postín (1919), El vicio color de rosa (1920), La mala fama (1922), La hora del pecado (1923), Mi novia y mi novio (1923) y Flor del mal (1924), entre otras, ya que fue un prolífico autor de novelas cortas, sin obviar el género ensayístico relacionado con el estudio de la música popular española, de la que fue un erudito indiscutible.
La publicación de “Los Ambiguos” (1922) enfureció a su padre, entonces Inspector General de Policía de Barcelona. Ello le llevó a denunciar su obra por inmoral y obligó a retirar la obra de las librerías. La dictadura le siguió retirando algunas de sus obras e imponiendo una pena carcelaria de un mes.
Flor de Mal le valió cumplir una nueva condena en la Modelo de Madrid en 1926. No sería la última vez que fuera detenido y encarcelado, por los que se conocía en aquel tiempo “delitos de imprenta”. En 1928 publica El ángel de Sodoma y, en 1933, A Sodoma en tren botijo. Fue el único autor “camp” que sufrió condenas, y jamás recibió ningún tipo de apoyo de los otros autores que jamás fueron molestados antes de la Guerra Civil.
En la guerra acudía a las manifestaciones y mítines obreros vestido con monos de seda rosa, demostrando su compromiso social, sin olvidar nunca el estético. Retana sufrió la insania franquista por su condición sexual y sus opciones políticas, ingresando en prisión en 1939 con una condena de muerte y no saliendo hasta 1948. Al parecer, fue condenado a muerte por poseer objetos de culto utilizados de forma sacrílega. A partir de entonces, Retana tuvo que vivir una vida modesta, sin poder recuperar un puesto de funcionario que tenía, y sin las luces del pasado, de ese pasado brillante que el franquismo truncó. Murió en 1970, en circunstancias nada claras y de forma violenta, un mal encuentro con unos amantes “interesados” acabaron con “El novelista más guapo del mundo”. En su testamento dejó escrito:
“...muero sin perdonar a cuantos elementos del régimen de FRANCISCO FRANCO se han complacido en perseguirme, difamarme y desdeñarme… Si es verdad que existe el infierno, como allí nos encontraremos todos, procuraré hacerles imposible la vida eterna, con la colaboración especial de Satanás, que, seguramente será conmigo menos infame y rencoroso que ellos a quienes les comen los cuervos…” Álvaro Retana, guapo, divino y mártir.
(1) Mira, Alberto. De Sodoma a Chueca. Egales.
Bibliografía:
Retana, Álvaro. Locas de Postín. Edición de Stockcero. Editada y comentada por Maite Zubiaurre, Audrey Harris y Wendy Kurtz
Hernández Catá, Alfonso. El Ángel de Sodoma. Edición de Stockcero. Editada y comentada por Maite Zubiaurre, Audrey Harris y Wendy Kurtz
Villena (de) Luis Antonio. El Ángel de la Frivolidad. Ed Pre-textos
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