dijous, 2 de desembre del 2010

ISABEL DE YORK, EL FIN DE LA GUERRA DE LAS DOS ROSAS.

Isabel de York (1.466- 1.503)fue hija de rey, Eduardo IV, hermana de Eduardo V, sobrina de Ricardo III, esposa de Enrique VII y madre de Enrique VIII. Tres de sus nietos fueron también reyes de Inglaterra. Sin embargo su vida no fue un jardín de rosas.

A la muerte de su padre y tras la desaparición de sus hermanos Isabel pasó a ser "razón de estado". Ricardo III no tenia descendencia y su mujer, Isabel Neville, luchaba contra una muerte segura. Isabel acompañó a la reina Ana hasta su muerte, posiblemente soñó con ser la nueva esposa del rey, pero éste enloqueció a la muerte de su esposa y no prestó atención en esta niña adolescente. Su matrimonio posiblemente habría salvado su reinado y su vida, pero no fue así.

Los Tudor aprovecharon para culpar al rey de la muerte de su esposa, de insinuar su deseo de casarse con Isabel. A ello sumaron la acusación de haber asesinado a sus hermanos y del castigo divino que cayó sobre la vida de su débil hijo. El taimado Enrique Tudor aprovechó para arreglar el matrimonio con la madre de Isabel, sin el consentimeinto de ésta.

Muerto Ricardo III, Enrique intentó romper el compromiso, pero la presión popular acabó permitiendo que la boda se celebrase. A pesar de ello  Isabel no fue coronada hasta el nacimiento de su primer hijo, Arturo. El rey que la veia con recelo al principio por su amor hacia Ricardo III, acabó aceptando y amando a aquella mujer de gran sensibilidad, dulce belleza y gran fidelidad hacia su señor.

Arturo, de carácter enfermizo, se casó con Catalina de Aragón y sin haber consumido el matrimonio falleció. El dolor de Isabel fue inmenso, tuvo su décima hija a la que puso el nombre de Catalina, pero también falleció. Terriblemente entristecida por la muerte de su hijo mayor y con el golpe de perder a su hijita recién nacida, su salud sufrió un declive fatal. La reina sufrió una fuerte fiebre y murió después de nueve días de agonía.

Isabel de York es el ejemplo del papel que desempeñó la mujer al final de la Edad Media, su importancia estaba en el linaje, sus sentimientos, sus cualidades poco importaban.
Tumba de Enrique VII e Isabel de York

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