Bélgica fue a fines del siglo XIX uno de los grandes focos del simbolismo europeo. La obra, pictórica y literaria, de Jean Delville expresa la vertiente más esotérica de este grupo de artistas. A mediados de los años 1880, el descubrimiento por el artista del mundo simbolista Parisino, y las relaciones que entabla, le hacen romper con el naturalismo heredado de su formación académica. De modo que su amistad con Sâr Péladan y su frecuente participación en los Salones de la Rosacruz, demuestran su adhesión a un arte de ideas, dedicado a la evocación más que a la descripción..
La Escuela de Platón iba destinada a la Sorbona aunque jamás se colocó. Sus dimensiones monumentales,la ambición de su propósito, una interpretación de la filosofía clásica vista por el prisma del ideal simbolista, señalan en seguida la singularidad de la obra. El manifiesto proclama sus referencias, de Rafael a Puvis de Chavannes; pero las embellece de la extraña seducción de una gama cromática obviamente irreal. La ambigüedad que se desprende de este manierismo fin de siglo, nubla a propósito, cualquier frontera entre pureza y sensualidad.
Al observarlo llama la atención en primer lugar la figura de Platón. Nada que ver con la imagen que nos ha llegado de él sea de Rafael o de los clásicos griegos. Mas bien recuerda a la representación que se hace de la figura de Jesucristo en los últimos 100 años.
Le acompañan doce discípulos, como doce eran los apóstoles. Los cuerpos se alejan bastante del ideal de belleza helénico, rozan la anorexia y parecen mas bien miembros de la española Casa de Austria. Incluso los poses pueden indicar un cierto afeminamiento muy mal visto por la sociedad griega.
Platón defendía abiertamente el amor entre hombres veía en ello la única relación amorosa entre seres humanos libres capaz de alcanzar un cierto nivel. Los gustos de Platón iban hacia los efebos, lo cual le llevó a ser acusado en varias ocasiones de pederasta,
A finales del siglo XX en muchas universidades europeas, especialmente en las inglesas, se extendió el modelo de amor socrático (alumno-profesor), promovido en muchas ocasiones por los propios profesores en un ambiento en el que la mujer también estaba excluida. Es en este contexto en el que en 1.889 Jean delville realiza esta obra, señalando un ideal educativo a partir del modelo socrático, con evidentes guiños a la figura de Jesucristo.
OTRAS OBRAS DE JEAN DEVILLE
Orfeo |
Parsifal |
Prometeo |
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