La introducción de
la representación dramática es una de las formas más interesantes con la
que la Iglesia, en la época medieval, embelleció su liturgia. Era una
forma de adoctrinar el pueblo a través de fórmulas atractivas y a su vez
pedagógicas.
Los orígenes del
drama litúrgico, como forma musical, se encuentran en un diálogo cantado
donde aparecen las tres Marías con un ángel en la tumba de Cristo en la
mañana de Pascua. Hay dos documentos datados entorno a mediados siglo X
que nos dan información entorno a esta manifestación: un se encuentra
en Francia y se trata de un tropo (pequeña melodía)
introductorio que se cantaba de forma responsorial, aunque no se sabe
del todo si era dramatizado. El otro documento está recogido en un
manual de costumbres ceremoniales para la orden benedictina en
Inglaterra. En éste da una relación extraordinariamente detallada (el
detalle es una característica de toda la documentación de la Iglesia) de
cómo tenía que interpretarse el diálogo entre las tres Marías y el
ángel tras el responsorio final de Maitines el Domingo de Pascua.
El modelo del drama
de Pascua se traslada rápidamente a la festividad de Navidad. Los
primeros dramas de Navidad describen la visita de los pastores al
pesebre en que nació Cristo y la visita de los Reyes Magos, y se
documentan a principios del siglo XI. Otra representación que aparece en
aquellas fechas, también interpretada en el ciclo de Navidad, fue la
Procesión de los Profetas, que recoge diferentes personajes del Antiguo
Testamento y también paganos, tales como Virgilio o la Sibila.
Es
en este momento de la historia, pues, donde nace este Cant de la
Sibil·la. La representación se ejecuta en Nochebuena y consta de un niño
o niña vestido de ángel que canta los textos del Juicio Final con una
melodía de canto gregoriano.
En sus orígenes esta melodía se cantaba en latín pero, al igual que
otros dramas litúrgicos, el Cant de la Sibil·la se empezó a cantar en
lengua vernácula. Estas manifestaciones en la lengua del pueblo captaron
la imaginación popular de forma muy poderosa y experimentaron un mayor
desarrollo que los dramas que mantuvieron el latín como lengua
vehicular.
Aunque estas representaciones en lengua vulgar obtienen un gran éxito a nivel popular sobretodo en el siglo XV, el Concilio de Trento, en siglo más tarde elimina de la liturgia parte de este imaginario
popular al que tachan de demasiado lúdico y poco ortodoxo. La tradición
de la Sibila en Europa queda enterrada y solo algunos territorios
reductos de la antigua Corona de Aragón hacen caso omiso a las indicaciones tridentinas. Actualmente se
continua representando, y casi ininterrumpidamente a lo largo de la
historia, en la isla de Mallorca y en el pueblo sardo del Alguer (al norte de la isla de Cerdeña). Se canta este Cant de la Sibil·la en catalán,
lengua vernácula del territorio en época medieval, y tiene diferentes
versiones dependiendo del pueblo donde se cante; versiones que se
diferencian básicamente en la forma de ornamentar los largos melismas de
esta melodía medieval. Desde hace unos años otros territorios catalanes
empiezan a recuperar esta tradición que recientemente, en noviembre de
2010, ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la humanidad. (Paul Ducable Rogés)
Información procedente de:
Pues sí, yo aquí en Mallorca lo he vivido desde muy niño, cuando estos temas estaban claramente revestidos de una dignidad dogmática que ya hoy se ha perdido. Obviamente se trata de vanas supersticiones, pero me quedo con lado artístico musical y un tanto teatral, además de que escucharlo en una iglesia o catedral medio a oscuras y con olor a velas ardiendo, me pilla mi lado romántico y me puede....
ResponEliminaFelices Fiestas y Feliz 2012 para todos...
un abraZo
Καλά Χριστούγεννα και ευτυχισμένο το 2012!
ResponEliminaUn abrazo